19 JUNIO 2018

© 2018 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2018
Localizacion
Lisboa (Portugal)
Soporte de imagen
- 120 ILFORD SFX 200 (800)
Fecha de diario
2018-06-19
Referencia
8428

DIGRESIÓN TRES. The Bookshop (La librería). España. 2017. Guion: Isabel Coixet, basado en la novela de Penelope Fitzgerald. Intérpretes:  Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Bill Nighy, Honor Kneafsey. Hay un crítico de cine, al que sigo con respeto y empatía, además de estar de acuerdo con sus valoraciones la mayoría de la veces, Carlos Boyero, que sobre esta película dice: «De libros y soledades. Esta película habla de esas sensaciones. Y lo hace con un lenguaje, unos matices, un tono y una capacidad de sugerencia que me conmueven». A mí, nada de nada, todo lo contrario, porque la historia me ha parecido impostada, manipuladora, enfática e inverosímil. Y lo peor de todo, sosa hasta hacerme bordear el sueñecito. Nunca me ha gustado la Coixet, tan buenina ella (que buenos son todos sus personajes protagonistas, a los que ella da todo su cariño sin desaprovechar la ocasión para revestirlos de mensajeros de la paz). Su cine, tan maniqueo y simplista, nos induce a pensar que la naturaleza humana, en el fondo, es tan buena como sus personajes buenos. El problema de esta película, entre otros, es que es como un nacimiento navideño, con sus estáticas figuritas, que cumplen a la perfección su papel, sin sobresaltos. Y eso, reconocidísima Coixet, es una sospechosa parábola en tonos pastel, como los de la película. Los buenos son buenos y componen gestos desbordados por una gestualidad bondadosa e ilustrada, cómo no; decepcionantemente previsibles en todos sus ademanes (como paseos solitarios que informan de la rica vida interior del personaje). Da gusto verlos en su papel de seres elevados e intachables. Los malos, son muy malos (de culebrón), también sin apartarse ni un milímetro del sitio que les ha tocado en el reparto; y los cínicos, lo son a tiempo completo, infatigables en sus retorcidas y malignas actuaciones; inasequibles a la compasión. El solitario lo es hasta el ridículo por sobreactuación estereotipada que le lleva hasta enamorase como un adolescente. El guion le hace morir cuando no sabe qué hacer con él, una vez que ha cumplido a la perfección con su papel de misántropo bueno, pero incompleto. Ah, y que no se me olvide la niña, que también hace un papel perfecto de niña perfecta. Toma decisiones muy, pero que muy adultas, desde una adorable imagen entre la ingenuidad y el compromiso. Para colmo de la ejemplaridad que nos coloca Coixet, esa niña deviene, a modo de alegoría ejemplarizante, en librera de vocación, con look de “progresista” madura, de una modernidad pasada de moda e inasequible al cansancio, como suelen ser los militantes de la cultura. Película con mensajes en la que Coixet nos coloca varias enseñanzas, como si fuéramos perfectos idiotas, a saber: en plena época reivindicativa, las mujeres son buenas y compasivas (la mala es una excepción para reforzar, por contraste, la bondad natural de la protagonista); los niños son angelicales por naturaleza; los solitarios sufren mucho, por buenos; y los cínicos también, pero por malos, porque son unos inadaptados y unos egoístas. Ah, y también que los libros son buenos y hacen bien a la gente y que, Ray Bradbury (con su obvio guiño en defensa de los libros por traer a colación Fahrenheit 451) y Vladimir Nabokov, son excelentes novelistas, cosa que ya sabíamos. A Coixet, con este último, se le va un poco la mano, porque en un pequeño pueblo donde, al parecer, nadie lee, adquiere para su venta doscientos cincuenta ejemplares de Lolita, lo que seguro que no consigue vender ni Amazon en todo el mundo. Así de primariamente maniquea se expresa la exitosa directora catalana. Pero yo debo estar profundamente equivocado porque esta “peli” ha gustado a todo el mundo (hacía tiempo que no veía tanto entusiasmo en todos los críticos, sin excepción) y, además, la han colmado de premios. Sí, sin duda, sigo persistiendo en mis errores de apreciación. Incorregible.

Pepe Fuentes ·