4 JULIO 2018

UN BREVE VIAJE A CÁDIZ, EN COMPAÑÍA DE CHARLIE BROWN (4). Uno de junio, viernes. Lo primero que teníamos previsto era localizar las cuevas de San Cristóbal, cerca de El Puerto. Llegamos a un poblado sin nombre (que pudiéramos ver), de calles de tierra irregulares y polvorientas, en las que había decenas de perros que nos ladraban furiosamente desde chamizos y corrales.  Una mujer recia asomo la cabeza, curiosa, desde la puerta de un corralón y aprovechamos para preguntarle cómo podíamos llegar hasta las cuevas. Amablemente nos indicó y nos advirtió que había guardas que podían echarnos. No hicimos mucho caso y continuamos. Las cuevas se habían creado a lo largo de siglos por la extracción de piedra caliza que se había venido explotando, intermitentemente, desde la época fenicia y que se ha utilizado en la construcción de edificios de la zona (la iglesia prioral del Puerto, por ejemplo, en el siglo XV). Nada más llegar comprobamos que apenas si era posible penetrar en ellas, cegadas por una tupida vegetación de higueras salvajes y arbustos. Recorrimos en círculo todo el perímetro, pero apenas nos asomamos a ninguna de las muchas que había; además de la dificultad de entrar, resultaban peligrosas las simas ocultas entre la vegetación. Solo fotografiamos una vez…