EL TREINTA Y UNO DE JULIO partimos hacia China. No sabíamos exactamente por qué ni para qué. Pero, a pesar de nuestra desorientación, decidimos ir. Tenía únicamente dos cosas claras: por un lado, me acerco peligrosamente a la invalidez por lo que ya no tendré energías para viajar hasta tan lejos y, por otro, quería fotografiar allí, aunque no sabía qué. Cuando escribo este mensaje, que introduzco como cada día en la botella que es este diario para arrojarlo al inabarcable e inacabable mar de mi soledad en el mundo, no he revelado ni un solo rollo de los que hice en ese desconocido y para mí enigmático e incomprensible país, luego no puedo incluir ninguna fotografía de ese remoto lugar.
1 SEPTIEMBRE 2018
© 2012 pepe fuentes