UN VIAJE LEJANO, nada menos que a China (36) … A final de tarde salimos a dar un paseo por la orilla del río donde había bastante gente refrescándose o pescando. La visión de las sucesivas playas fluviales hizo que recordara la que había en mi ciudad, en los años sesenta, igual a la de la fotografía de hoy, y que dejó de existir en los setenta por la contaminación invivible del rio. Me pareció que la escena de los bañistas en el río Li era exactamente igual a la vivida en mi niñez en el río Tajo, solo que cincuenta años después. Todo el mundo iba a aquella playa los domingos, llegó a haber hasta cinco “gangos” (así los llamábamos) donde servían bebidas y comidas. Se extendía a lo largo de algo más de trescientos metros. Fue muy importante para la buena vida en nuestra ciudad. En Guilin, quizá porque era domingo, o tal vez agosto, paseos, calles, plazas, bares y restaurantes estaban llenos de gente. Paseaban, miraban o compraban en los muchos puestos ambulantes de comida, refrescos, chucherías, juguetes para niños. Dos chicos disfrazados de amarillo, con caretas de monos, animaban y bromeaban con la gente (supusimos que estaban contratados por los comerciantes, o tal vez por el ayuntamiento). Todo el mundo vivía tranquilo en una tarde de domingo de agosto en las calles y parques de Guilin. Nosotros también. Cenamos en el Iris Bar, lleno de turistas occidentales. Nos habíamos convertido en habituales. A las nueve y media volvimos al hotel. Había sido un día muy tranquilo en nuestra tranquila vida de turistas tranquilos…
14 NOVIEMBRE 2018
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