10 DICIEMBRE 2018

© 2018 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2018
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD PAN F 50
Soporte de copias
LFORD MULTIGRADO BARITADO
Viraje
SELENIO
Tamaño
35 x 28 cm
Copiado máximo en soporte baritado
2
Copias disponibles
2
Año de copiado
2020
Fecha de diario
2018-12-10
Referencia
8440

DIGRESIÓN DIEZ. Pin Cushion. Reino Unido (2017). Guion y dirección: Deborah Haywood. Intérpretes: Lily Newmark, Joanna Scanlan, Loris Scarpa, Sacha Cordy-Nice, Bethany Antonia, Saskia Paige, Sophia Tuckey. Historia desoladora y fantástica al mismo tiempo. Terrible por el despliegue de un amplio y matizadísimo repertorio de vejaciones, humillaciones, crueldades hacia una madre y una hija que llegan a un pueblo de mierda y no son aceptadas por ser distintas, extravagantes, singulares: entre el kitsch (María Moliner lo define como «lo que pretendiendo ser refinado resulta ridículo») y lo estrambótico y exacerbado. Ese modo diferente de estar en el mundo solo puede sostenerse desde la rabia, la acerada voluntad y el espíritu indestructible. Pero ellas no son así, son dos seres desvalidos. Tanto la madre como la hija quieren ser aceptadas desesperadamente y eso, sencillamente, es imposible entre el género humano. Acobardadas, prefieren mentirse constantemente en la ilusoria idea de que, por el mero hecho de desear ardientemente integrarse, va a ser el mundo el que cambie. La madre, una mujer sin carácter, vive aferrada a un estilo estrecho, mojigato, medroso, cuidando de un pájaro y de una hija como si también lo fuera. Mientras, la hija, combate el aislamiento del único modo que se la ocurre: seguir ciegamente a sus compañeros de colegio humillándose, soportando las risas y vejaciones incesantemente. Los demás, colegiales y vecinos, se dedican a lo que hace todo el mundo con los diferentes, escarnecerlos sin piedad. Es la naturaleza humana, una vez más, en sus más abyectos comportamientos. Nunca los humanos desaprovechamos una oportunidad de mostrarnos salvajes e impíos. Fantástica, por la precisa y cuidadísima escenificación del inaudito mundo kitsch de la madre, por el verosímil y escalofriante deterioro de madre e hija, y por el crescendo dramático de la narración. Estremecedora.

Pepe Fuentes ·