20 FEBRERO 2019

© 2016 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2016
Localizacion
Feria de arte Arco. Madrid (España)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD DELTA 3200 (6400)
Fecha de diario
2019-02-20
Referencia
4041

DIGRESIÓN OCHO. Good Will Hunting (El indomable Will Hunting) EE.UU. (1997). Guion: Matt Damon y Ben Affleck. Dirección: Gus Van Sant. Intérpretes: Matt Damon, Robin Williams, Minnie Driver, Ben Affleck, Stellan Skarsgard, Casey Affleck. Naty y yo somos muy cuidadosos a la hora de elegir las películas que vemos, porque supone emplear dos horas de nuestro tiempo en la apuesta (mucho, ahora que el tiempo apremia); pero no solo por eso, sino porque procuramos disfrutar y de paso mejorarnos. Ésta nos despertaba sospechas, pero los dos últimos días habíamos visto películas de Van Sant que nos habían gustado, así que decidimos apostar por ella, para completar el cuadro (yo más que Naty, que se mostró reacia hasta el último minuto). Sin embargo, y con escaso riesgo de equivocación posible, resultó la peor película que he visto en muchos años. Nada, absolutamente nada, de esta embustera película resulta creíble. Es mentirosa y artificiosa hasta la incomodidad, hasta el bochorno. Todo es ridículo en ella, desde la supuesta y prodigiosa inteligencia del protagonista, absolutamente impostada e inverosímil (si atendemos a lo que cuenta esta estúpida historia, el niñato protagonista tendría unas facultades muy superiores a Albert Einstein). Leía libros de filosofía o ensayos científicos, de al menos quinientas páginas en aproximadamente media hora, y encima retenía y citaba el contenido. Pero no solo es eso, que al fin y al cabo podría ser una bobadita de superhéroe sin mayor importancia, no, lo verdaderamente repulsivo es la relación que establece con un curilla activista de modernas y alternativas terapias de ayuda desde un “humanismo” transcendente y lacrimoso (Robin Williams, en plan El club de los poetas muertos, esa otra babosa película que hizo que procurara no ver nunca a ese actor en nada de lo que hizo, después). El indomable muchacho está herido por no sé qué traumas infantiles, y claro, eso le impide desarrollar la mayor inteligencia que ha conocido la humanidad en toda su historia (menos mal que aparece el profundo terapeuta, también dañado emocionalmente, y una chica que lo ama, y unos amigos que le cuidan y hasta regalan un coche de bricolaje chatarrero y entonces todo se arregla en su mecanismo emocional averiado). Esta historia es, sencillamente, un insulto a la inteligencia de los espectadores, porque si solo fuera una broma vale, pero no, se montan una aparentemente transcendente y gimoteante historia de autoayuda y superación, con profusión de abrazos y momentos insuperables de vibración amorosa. Pero no acaban ahí los despropósitos, no, que va, resulta que semejante engendro lo escribieron los niñatos entonces (veinteañeros) Matt Damon y Ben Affleck; la realizó un hombre hecho (en la cuarentena) que ya había realizado Mi Idaho privado o Drugstore Cowboy, por ejemplo, y, encima, les dan el Oscar al mejor guion. Inconcebible. A veces, la estupidez humana no tiene límites, es infinita, como la prodigiosa cabeza del muchacho.

Pepe Fuentes ·