PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo dos: Lago Titicaca, Copacabana (Bolivia),
cinco de febrero, martes
III
“…la raza quechua, raza soñadora, tímida, profundamente moral, poco o nada emprendedora (…) La raza quechua es que soñaba o que dormía? Y, además, hay muchas maneras de soñar y hay pueblos, pueblos imaginativos, que se pasan la vida soñando, pero siempre el mismo sueño y de la misma manera”. Miguel de Unamuno
En el interior del poblado, a unos trescientos metros, se encontraba el pequeño hostal de Reinaldo (todavía en construcción): unas pocas habitaciones a lo largo de un corredor que miraba al lago. La temperatura en el lago y en la zona norte, donde nos encontrábamos, era agradable aunque algo fresca. Nos mostró nuestra habitación, con un pequeño baño. Nos emplazó media hora después para hacer una excursión a la zona más septentrional de la isla, caminando claro, donde se encuentran las ruinas de Chincana. Tomé la cámara pequeña, y la grande (cargada con película lenta) con el zoom y el trípode. Una impedimenta considerable (todavía no sabía que, inadvertidamente, estaba fraguando un desastre mecánico de mi vieja cámara grande). Antes de marcharnos, José, el hermano de Reinaldo, preguntó a qué hora cenaríamos. Quedamos en hacerlo en torno a las ocho y media.
COROLARIO: En Challapampa, que supiéramos, no había restaurantes, eran los pequeños hostales, como el de Reinaldo, los que cubrían el servicio de comida a los turistas.