PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo cinco: Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa (Bolivia),
diez de febrero, domingo
V
“El verdadero pintor es aquel que es capaz de pintar escenas extraordinarias en medio de un desierto vacío...” Salvador Dalí
Monté la vieja cámara grande con el pesado zoom en el trípode y comencé a andar deprisa. Pretendía acercarme lo más posible a las estructuras de piedra y fotografiar. Naty me seguía más despacio. De vez en cuando paraba, colocaba la cámara y miraba por el visor, pero las distantes y surrealistas formaciones seguían estando muy lejos. Caminé con ansiedad creciente. Los cuatro mil quinientos metros de altitud entorpecían mi respiración y mi capacidad de movimiento. Seguí y seguí emitiendo una especie de ronquido quejumbroso, pero determinado. Al borde de mis energías decidí parar e hice dos o tres tomas. El problema es que sabía que cuanto más me acercara mejor resultaría el encuadre. Pero no llegaba nunca a la distancia ideal. Me sentía morir. Me rendí, no porque no pudiera seguir, sino porque el tiempo se agotaba y lo que hiciera bajo esa presión no sería ideal, ni mucho menos (habría necesitado dos horas, como mínimo, y solo tenía unos minutos). Naty me seguía unos doscientos metros más atrás, solo con su pequeña cámara. Tranquilamente. Hice varias tomas con una sensación de frustración porque lo ideal era haber continuado casi un kilómetro más pero había que volver y el coche apenas se veía desde donde nos encontrábamos…
COROLARIO: Tiempo, más tiempo, siempre. La gestión del tiempo es el aspecto más difícil y delicado de los viajes: o falta o sobra. Quizá la pregunta clave a la hora de evaluar el interés y gozo en un viaje sea: ¿me ha sobrado o faltado tiempo? En éste, cada día, sentía que se me escapaba sin culminar verdaderamente todo lo que podría haber hecho.