PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo cinco: Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa (Bolivia),
diez de febrero, lunes
IX
“Permanezco cuanto puedo en la postura de el que se abandona por completo al azar; tomo todas las cosas por el lado negativo, lo cual me inclina a soportarlas dulce y pacientemente”. Montaigne
Llegamos a la Laguna. Alberto paró el coche y Naty y yo nos alejamos un poco para fotografiar. Cuando volvimos el coche no arrancaba y Alberto se esforzaba en quitar y poner fusibles (no daba con la causa y solución de la avería). Intentábamos ayudarle pero a lo único que llegábamos es a entender que el cableado del sistema eléctrico se había estropeado; a partir de ahí nada más podíamos hacer. Pasó una hora y seguíamos igual o peor. El problema no solo era el jodido coche, sino que estábamos en medio de la nada sin señal de móvil. Nos encontrábamos a varias decenas o centenas de kilómetros de donde nos pudieran ayudar. Empecé a temerme, no solo que nos perdiéramos las visitas y fotos del día, sino, también, que la vuelta a Uyuni fuera incierta y desde luego tardía. Alberto decidió ir a un punto de control de la Laguna Colorada (el que se ve a lo lejos en la fotografía) que habíamos dejado atrás, a unos dos o tres kilómetros, para ver si por radio o cualquier otro medio (quizá tuvieran wifi) podía contactar con alguien que nos ayudara (tal vez su agencia), pero claro, estábamos a más de seis horas de que pudiera llegar un coche a rescatarnos. Menos mal que el día era espléndido, luminoso y con excelente temperatura…
COROLARIO: Nos dedicamos a deambular por el entorno donde habíamos parado y yo, incluso a fotografiar pequeños animales muertos, disecados ya. Preferíamos no pensar en un problema que nosotros nada podíamos hacer para resolver.