PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo seis: Potosí, (Bolivia)
doce de febrero, martes
II
“En nuestros días, Potosí es una pobre ciudad de la pobre Bolivia: -La ciudad que más ha dado al mundo y la que menos tiene-, como me dijo una vieja señora potosina, envuelta en un kilométrico chal de lana de alpaca, cuando conversamos ante el patio andaluz de su casa de dos siglos. Esta ciudad condenada a la nostalgia, atormentada por la miseria y el frío, es todavía una herida abierta del sistema colonial en América: una acusación. El mundo tendría que empezar por pedirle disculpas”. Eduardo Galeano (Las venas abiertas de América Latina)
Llegamos a Potosí en torno a la una, al hostal Colonial. Nos instalamos en la habitación, sensiblemente mejor que las últimas (salvo la de la noche anterior, que estaba bien); al menos podíamos ducharnos sin dificultades y tenía dos camas bastante grandes. Hice una fotografía de un rincón (la de hoy); era ineludible. Salimos a comer a un restaurante que estaba dos puertas más arriba: una ensalada y un filete a la brasa (durísimo) con guarnición, Naty unos espaguetis. Después, a callejear. A ratos llovía. Realizamos algunas fotografías, no muchas, la luz no ayudaba. A la caída de la tarde, algo cansados ya, entramos en un café en la plaza principal, moderno pero manteniendo un cierto aire local, con decorado de fusión (vernáculo y diseño). Ofrecían comida sencilla, tartas, cócteles, cafés e infusiones. La tarde se agotaba. Cenamos en un restaurante bastante agradable que se encontraba enfrente. Cenamos bien. Nos acostamos a las diez y media. De madrugada, como casi todas, escribí esta crónica (que luego me cuesta reelaborar, pero al menos me ayuda a fijar hechos y tempos) …
COROLARIO: Recorrimos algunas calles alrededor de la plaza principal, muy concurridas. Nos adentramos por mercados populares, desplegados en un dédalo de calles estrechas y espacios cerrados (del estilo de La Paz o Cuzco) aunque infinitamente más intrincados.