19 JUNIO 2019

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Potosí, (Bolivia)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD DELTA 400
Fecha de diario
2019-06-19
Referencia
9295

PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo seis: Potosí (Bolivia),
trece de febrero, miércoles
V
Los mitayos hacían saltar el mineral a punta de barreta y luego lo subían cargándolo a la espalda, por escalas, a la luz de una vela. Fuera del socavón, movían los largos ejes de madera en los ingenios o fundían la plata a fuego después de molerla y lavarla. La mita era una máquina de triturar indios. El empleo del mercurio para la extracción de la plata por amalgama envenenaba tanto o más que los gases tóxicos en el vientre de la tierra. Hacía caer el cabello y los dientes y provocaba temblores indominables”. Eduardo Galeano (Las venas abiertas de América Latina)

Avanzamos un poco, acobardados, paralizados por una timidez insuperable. Johnny se encargó de hacer de maestro de ceremonias y señalaba a quiénes debíamos saludar y qué regalos darles. Conocía a muchos de los mineros. Cuando nos cruzábamos con alguno o algunos que él consideraba propicios al saludo, nos indicaba: saludarlos. Teníamos que hacerlo con la dichosa fórmula quechua, al mismo tiempo que les tendíamos la mano; las suyas, en todos los casos, eran manos desarticuladas, sin presión ni efusividad. Naturalmente, ellos nos contestaban en español. Entonces nos decía que les regaláramos algo. Naty se encargaba de coger de las bolsas alguno de los paquetitos. Así una y otra vez. Nuestro guía minero se paraba con gente que conocía, fueran mineros o no. Yo me esforzaba en buscar fotos del entorno, pero la situación no era muy propicia. Poco a poco fuimos acercándonos a la mina que visitaríamos. Llegamos a un punto donde había una especie de caseta en la que descansaban algunos mineros y Johnny me encargó que les regalara algo, me acerqué como niño bien mandado; se asomó uno de ellos y enseguida me pidió hojas de coca y, detrás, cinco o seis más, y todos me rodearon pidiéndome hojas de coca, pero no tenía, se habían acabado. Evidentemente, era lo que más les interesaba a todos. Nos acercábamos al momento clave, bajar a la mina…

COROLARIO: En el recorrido, se acercaron a nosotros dos mineros que portaban unas bolsas, y en ellas pequeños trozos de minerales muy variados, que nos ofrecieron comprar. Elegimos dos bastante parecidos formados por una amalgama de partículas geométricas de color dorado, fijaron el precio y Naty negoció duro y lo rebajó, simplemente para cumplir con el ritual habitual en estos casos. Una vez pagamos, insistieron en que les compráramos uno más, sacando uno azul de una de las bolsas. Entonces, Naty dijo que ese se lo tenían que regalar y, así fue, se lo dieron sin pedir nada a cambio.

Pepe Fuentes ·