PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo seis: Potosí (Bolivia),
trece de febrero, miércoles
XI
“Yo creo que el arte es una obsesión de vida y, después de todo, dado que somos seres humanos, nuestra mayor obsesión somos nosotros mismos. Luego, puede que los animales y luego, puede que los paisajes”. Francis Bacon
La carretera, de buen firme pero de doble dirección, era muy accidentada. Nos llamó la atención que, a lo largo de toda ella, en las cunetas y arcenes, había perros solitarios deambulando o tumbados, a veces incluso en manadas. La razón, al parecer, es que la gente les arroja comida desde los coches. Curiosa situación la de los perros en Bolivia, muy diferente a la de aquí: allí, los perros están sueltos por las ciudades, aparentemente sin dueño. Circulan por las calles solos, como unos transeúntes más, a veces en grupo. Todos están limpios y lustrosos, nada que ver con la apariencia de los perros abandonados. En contraste con lo que ocurre aquí, con estos animales tan super protegidos y controlados, en ninguna ciudad vimos una sola cagada de perro, por ninguna parte. No sé cómo lo hacen. Perros vimos muchísimos, por todos lados, pero solo dos o tres acompañados de sus dueños. Alguien nos dijo que no es que no tuvieran dueño, sino que por la mañana les abrían la puerta y volvían por la noche a dormir en la casa. Increíble…
COROLARIO: Para Naty y para mí, especialmente cuando viajamos, los animales, y especialmente los perros, son protagonistas de nuestra mirada. Nos gustan mucho. De cada viaje traigo numerosas fotografías de perros; me fijo en cómo viven, o mejor dicho, cómo conviven con las personas, en cómo los tratan, en sus razas, en su peculiaridades estéticas, en sus actitudes. Intento adivinar si son perros satisfechos, tranquilos, o infortunados. Puedo obviar el aspecto de la gente, pero nunca el de los perros. Cuando vuelvo de mi paseo diario, donde me encuentro a perros y personas, me acuerdo nítidamente de cómo eran todos los perros con los que me he cruzado, pero de ninguna persona. Mi única compañera de juegos infantiles fue una perra, Cuca, sin ninguna característica especial, salvo que era mi perra. Quizá sea por eso mi predilección por los perros.