UN CUENTECITO SOBRE LA MALDICIÓN DEL DESORDEN POLÍTICO, el veintiocho de abril fui a votar: tuve que vencer cierta reticencia y desgana. Voté a un partido del espectro de los llamados, despectivamente, “las derechas” por los llamados “progresistas” (un ejemplo más de la perversión del leguaje político), porque a alguien tenía que votar. Mi voto, pensé que era coherente porque votaba a perdedores (luego a gente parecida a mí), pero sobre todo y fundamentalmente a un partido que se autoproclama liberal, demócrata y firme partidario de la unidad nacional. Yo también me siento cómodo con esos planteamientos, aunque en modo ferozmente individualista. Solipsista casi. En política, como en todo, soy un fajador indiferente, indolente, rehúyo el combate y me siento cerca de la posición que mantenía Schopenhauer, según recuerda John Gray: “En términos políticos, era un liberal reaccionario que solo esperaba del Estado protección para su vida y su propiedad” …
14 JULIO 2019
© 2012 pepe fuentes