DIGRESIÓN UNA (II). Homero, Ilíada. Alessandro Baricco (2004) Edit. Anagrama. Ebook (2017). El destilado de la obra, además de la fascinación lírico-épica que provocan los hechos en sí y el aura mitológica que se desprende de ellos, sugiere una ineludible reflexión sobre la belleza que contiene la guerra, más allá de piadosas consideraciones pacifistas. Los hombres, desde que habitan este mundo, han guerreado siempre, es inherente a la naturaleza humana y a su anhelo de eternidad y transcendencia. Desde el principio de los tiempos, pueblos se han enfrentado a pueblos, religiones a religiones, ideologías a ideologías, vecinos a vecinos, pasiones a pasiones. Y también, por las ciegas enajenaciones del incontenible deseo de poder. Y así continuará siendo hasta el final de los tiempos. Solo podemos desear o tal vez consolarnos con que la literatura y el arte lo cuenten con la belleza expresiva con la que lo hizo la Ilíada. Dice Baricco, entre otras importantes reflexiones, a modo de conclusión y síntesis de la obra: “En este homenaje a la belleza de la guerra, la Ilíada nos obliga a recordar algo molesto pero inexorablemente verdadero: durante milenios la guerra ha sido, para los hombres, la circunstancia en la que la intensidad -la belleza- de la vida se desencadenaba en toda su potencia y verdad. Era casi la única posibilidad para cambiar el propio destino, para encontrar la verdad de uno mismo, para elevarse a una alta concienciación ética. Frente a las anémicas emociones de la vida y a la mediocre estatura moral de la cotidianidad, la guerra ponía en marcha el mundo y empujaba a los individuos más allá de los límites acostumbrados, hasta un lugar del alma que debía de parecerles a ellos, por fin, el punto de llegada de toda búsqueda y todo deseo”.
2 AGOSTO 2019
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