11 AGOSTO 2019

© 2008 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2008
Localizacion
Arenas Blancas (Nuevo México)
Soporte de imagen
-35 MM. Kodak. High-Speed Infrared 400
Soporte de copias
ILFORD MULTIGRADO BARITADO
Viraje
SELENIO
Tamaño
27,7 x 18 cm
Fecha de diario
2019-08-11
Referencia
3181

DIGRESIÓN NUEVE. The Mule. EE.UU (2018). Guion: Nick Schenk. Dirección: Clint Eastwood. Intérpretes: Clint Eastwood, Bradley Cooper, Diane Wiest, Michael Peña, Taissa Farmiga, Laurence Fishburne, Ignacio Serricchio, Alison Eastwood, Andy García. La ficha técnica de la película dice que la historia está basada en hechos reales. Ya lo creo que sí, maldita sea. Qué es lo real de esta historia: Clint Eastwood, nuestro amado Clint, ofreciéndonos un espectáculo lamentable, eso sí que es dolorosamente real, maldita sea. No conozco a nadie que no ame a Clint, yo el primero, pero me siento terriblemente decepcionado por su última película (la anterior no la he visto). Creo que Clint ya no debería hacer más cine (a sus incontables admiradores nos castiga a tragar guisos muy mal cocinados después de tanta exquisita delicatesen); tal vez debería dedicarse a escribir sus memorias, aunque creo que ya lo ha hecho. Bien es verdad que todo el mundo sin excepción tiene todo el derecho a hacer lo que le venga en gana, a crear algo que antes no existía, y luego, los demás, a verlo o no. Pero, por decoro, Clint debería habernos ahorrado a sus admiradores el triste espectáculo de verle arrastrarse por una muy mala película; los críticos han sido piadosos y han dicho que está bastante bien. A mí no me lo ha parecido. Todo es ridículo en ella: desde la aparición del floricultor recibiendo un premio encogido por una vejez devastadora (sí, ya sé que está muy bien para los ochenta y nueve años que tiene, pero eso solo es un lugar común), hasta su azarosa reconversión en Mula al servicio de mexicanos macarras y temibles, aunque de opereta (flaco favor hace a los mexicas en los tiempos que corren), y las constantes referencias a su vida de “vaina”, eso sí, con un gran sentido del honor y la solidaridad familiar: un poco sinvergüenza, pero en el fondo hombre bueno y generoso. Un homenaje que se hace Clint para hacerse el simpático y que el personaje que es él mismo (no lo puede evitar) no se desmorone envuelto en una tufarada de cinismo (él nunca nos ha ofrecido papeles de cínico, me parece). Más de lo mismo y cada vez peor: verle haciendo el “tonto” con mujeres jóvenes despampanantes da pena; Andy García, haciendo de temible Narco, disparando con una escopeta de oro a huidizos platos es sencillamente de vergüenza ajena, por tópico e innecesario; la policía que lo persigue no puede ser más cateta y convencional y, lo peor de lo peor de lo peor, la traca final rebosante hasta la arcada de moralina con declaración solemne de culpabilidad y la previsible, babosita y cremosa, reconciliación familiar. Como no podía ser de otro modo, en aras de una ejemplaridad bochornosa, ganan los buenos, pierden los malos, y nos muestra a Clint haciendo de presidiario floricultor (el hombre autorrealizado que es fiel hasta el final a su pasión estética), con otros presidiarios a los que suponemos que inculca el amor a las flores. La última y penosa imagen: un maravilloso e idílico jardín en una de las fachadas del penal. Se podría decir, en plan indulgente, que Clint se ríe un poco de sí mismo parodiando al viejo que es: pues que risa. Ya está. Película espantosa y horriblemente interpretada: todos están mal. Lo único que salvo son los breves momentos en los que circula por Arenas Blancas (Nuevo México) con su magnífica pick-up (el mismo lugar de la fotografía de hoy). Para colmo de males, vi la película mientras yo cumplía un año más y profundizaba en mi crisis de irredento viejuno, justamente la noche pasada.

Pepe Fuentes ·