EL FINAL DE FINALES. Me pregunto qué coño pintamos ellos y yo (viejos inservibles todos) en esta jodida y para nosotros agonizante vida, en una pequeña ciudad de provincias, esperando a que Dios nos lleve a su seno (eso dicen los curas, que por aquí son numerosos). ¡¡¡Ni puñetera gracia tiene el asunto!!! Arrastramos unos cuerpos deteriorados que se precipitan al vacío y de los que solo se puede esperar averías, parches y un precario funcionamiento y, en vez de experiencia y sabiduría, solo expresamos simplezas, lugares comunes y desoladoras tonterías. Prescindibles absolutamente todos los viejos. La deseable sabiduría que deberíamos haber atesorado no es tal, porque llevamos muchos años de metódico y sistemático embrutecimiento que nos ha dejado las cabezas y los cuerpos reblandecidos. Los viejos que ahora somos pertenecemos a unas generaciones de experiencias existenciales planas, en la mayoría de los casos. Por si fuera poca la banalidad de nuestras existencias, desde hace mucho tiempo ya hemos perdido nuestro ascendente “auctoritas” sobre las generaciones posteriores. Ahora, para los que nos siguen, nuestras posibles opiniones solo son monsergas de carcamales, caducos gagás desfasados, viejos chochos. Tienen razón, así que mejor vivir en silencio y, a los nuevos, que les “zurzan con hilo verde”, como decía el inimitable Javier Tomeo.
25 AGOSTO 2019
© 2019 pepe fuentes