11 SEPTIEMBRE 2019

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Campeche (México)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD SFX. 200 (800)
Fecha de diario
2019-09-11
Referencia
9485

DIGRESIÓN DOS. Las herederas, Paraguay (2018). Guion y dirección: Marcelo Martinessi. Intérpretes: Ana Brun, Margarita Irún, Ana Ivanova, Nilda González, María Martins, Alicia Guerra. Película multipremiada y reverenciada por la crítica. “Narra la historia de dos mujeres de alta alcurnia de la sociedad paraguaya que heredaron suficiente patrimonio para vivir cómodamente. Pero a sus 60 años, el dinero ya no alcanza y la situación de ambas cambia”. FilmAffinity. El planteamiento y sinopsis era interesante a priori, de esas historias impregnadas de melancolía que a mí me gustan tanto. Además, los críticos se vinieron arriba, todos, y decían cosas tan hermosas como: “…Por emocionante. Por silenciosa. Por feroz y contenida a la vez. Inmensa. (…) un bellísimo ejercicio de cine desesperado.» Luis Martínez; o Miguel Ángel Palomo: «Martinessi ha conseguido una película densa y absorbente, a la que aporta una intensidad visual que resulta insólita en un primerizo…”. Y bastantes más, todas de ese tenor. Sí, la película es silenciosa y de apariencia enigmática, y sus personajes viven en un estado de desoladora y problemática tristeza, pero no creo que tan solo eso sea suficiente. A veces, si los personajes están tristes y mantienen un prolongado silencio frente a la cámara, es suficiente para despertar entusiasmos y adhesiones laudatorias exageradas en los críticos (y eso suele ser común a casi todos ellos), y dicen superficiales simplezas pero, eso sí, procurando parecer agudos e interesantes. En realidad, en esta película, lo que sucede no es mucho más que la natural tristeza que invade a gentes que sienten que se les está acabando la vida, que ya no tienen posibilidades de comenzar nada nuevo. Como me pasa a mí y a tanta gente consciente de estar situados vitalmente en el epílogo. Pero coño, no es para tanto. Sobre todo, si me lo cuentan en un relato sin textura vital, plano y con una plomiza falta de ritmo, como es el caso. No pasa nada en esta historia, solo una inmensa desolación y decadencia. Aburrida hasta la somnolencia. Nada que ver con mis noches de agosto de hace casi sesenta años, como dije ayer.

Pepe Fuentes ·