DIGRESIÓN OCHO. Sofía, Marruecos (2018). Guion y dirección: Meryem Benm’Barek. Intérpretes: Maha Alemi, Lubna Azabal, Sarah Perles, Faouzi Bensaïdi, Nadia Niazi. Otra vez las leyes islámicas, con sus entramados legales dirigidos a oprimir y cercenar, minuciosa y enconadamente, las libertades individuales. El catolicismo, afortunadamente, desde hace casi dos siglos ha dejado esas nefastas y burdas prácticas opresoras. Ha utilizado, en buena parte del siglo XX, al menos en algunos países de Europa del sur, modos más sibilinos, como la coacción y los chantajes emocionales, aparte de los riesgos de exclusión social y maldades similares, pero al menos no nos han metido en la cárcel a los “infractores”. Es una película de mujeres, de muy malas mujeres, que urden estrategias fatales contra un chico aparentemente inocente. La peor de todas la tal Sofía, una casi niña, que es capaz de actuar fríamente para salvarse a costa de lo que sea. Historia bien contada, minuciosa en la observación de gestos de los personajes y en mostrar el mapa doméstico y particular de dos clases sociales distantes. Hay algunos momentos que me parecieron especialmente brillantes, como la reunión fatal de las cuatro mujeres en una terraza, de pie, con el mar batiéndose contra la playa pedregosa y una luz refulgente, urgidas por la necesidad de encontrar una salida conveniente para ellas; y el baile de la boda, espléndido también. Lo peor de esta crónica social es tener que ver la lastimosa cara de la joven arpía de principio a fin. No obstante, por su construcción y tempo narrativo, la película se deja ver con interés y nada en ella chirría o se desplaza hacia lo obvio. Estimable.
24 OCTUBRE 2019
© 1982 pepe fuentes