11 NOVIEMBRE 2019

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD SFX. 200 (800)
Fecha de diario
2019-11-11
Referencia
9358

TREINTA DE AGOSTO, VIERNES. “La vejez no es una batalla; la vejez es una masacre”. Philip Roth. Primero, al campo a ver la salida de sol y a Míster Brown correr y correr detrás de huidizos conejos que, afortunadamente, corren más que él, mucho más, y además siempre tienen una madriguera cerca (a mí, sin embargo, me van más las culebras). Es una misión imposible para mi perrito, aunque él nunca abandona su afán. Somos iguales: siempre fracasamos, siempre persistimos, nunca nos rendimos. Qué íbamos hacer sí no? Luego hemos ido al Super, como todos los viernes. Circulaba distraído por los pasillos, entre expositores de los miles y miles de artículos que venden allí, cuando he visto a un tipo que avanzaba muy deprisa, vencido sobre su carro todavía vacío (como el mío), vistiendo una camisa de cuadros, bermudas y unos calcetines hasta media pantorrilla. Componía una de esas imágenes que a mí me llaman poderosamente la atención, y no sé por qué aunque lo sospecho (o me gustan, o no me gustan nada, en eso no tengo término medio). En la distancia, no pude evitar percibir su imagen como ridícula, como la de un hombre avasallado por el paso del tiempo, como casi todos los viejos que compramos en el Super los viernes por la mañana, y somos muchos. En ningún momento pensé que le pudiera conocer. Hacia la mitad de la operación Super, al verle una vez más, sentí un escalofrío, porque podría tratarse de un tipo que fue conocido, bastante amigo hace cuarenta años; tanto como que visité su casa en varias ocasiones y él alguna vez la mía. No, no podía ser, tan desfigurados estamos ya que no nos reconocemos (él no dio muestras de saber quién era yo). A partir de ese momento, asustado, procuré evitar encontrarme con él de frente, por si acaso era; que era, ahora ya estoy seguro. Nos habríamos sentido desconcertados, tímidos y tal vez algo avergonzados por no asumir lo que ahora somos, o tal vez porque lo asumimos, una vez consumados todos los fracasos. “El gran fracaso de la vida no es que uno al final se dé cuenta de que se ha equivocado. Es mucho más desmoralizador pensar que no haya otra manera de actuar más que equivocándose”. Sándor Márai. Fue un individuo generoso y amable conmigo, del que admiré su pericia creativa, aunque fue imposible que consiguiéramos construir una relación mínimamente sólida y estable en el tiempo porque éramos absolutamente distintos. Nuestra manera de mirar y estar en el mundo era tan diferente que, cuando nos reencontrábamos, no teníamos nada de qué hablar y nada que compartir. Sucede con frecuencia. Me resulta aterrador comprobar que gente que tuvimos una cierta relación, afinidades, tiempo compartido, podamos pasar rozándonos físicamente sin reconocernos, o más bien sin querer hacerlo, sencillamente porque nos sentimos vencidos por el tiempo, sin horizontes, ni nada que compartir, ni siquiera unos minutos y un saludo. Qué tristeza.

Pepe Fuentes ·