30 DICIEMBRE 2019

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-120 ILFORD SFX 200
Fecha de diario
2019-12-30
Referencia
9795

ONCE DE DICIEMBRE: el paso del tiempo, o el cumplir incesantemente días, semanas, meses, años y hasta décadas, se concreta en que cada vez es más difícil levantarse con un propósito (de deseos, mejor ni hablar). Hoy me ha costado mucho, mucho; si al menos tuviera una mínima intención, un ligero anhelo, aunque fuera “artístico”, a pesar del absurdo del arte que no contiene verdad y belleza, y eso no está a mi alcance ni nunca lo ha estado. El caso es levantarse y ponerse en marcha diariamente, aunque sea sostenido, apuntalado por esa desorientada, confusa y quimérica ilusión de que la vida es posible. Una vez que las ilusiones están abolidas (ahora no sé si las he tenido en algún momento, porque me parecen sensaciones extrañas, remotas, desconocidas), ya no hay nada que hacer. Llevo meses autosugestionándome para, a primeros del próximo año, dedicar dos o tres meses a copiar fotografías, por última vez en mi vida. No sé si lo conseguiré. Si al menos tuviera algo de vanidad, quizá lo lograra. Ahora son las siete y dieciocho, exactamente. Ayer hubo niebla, hoy no lo sé porque aún es de noche. Desde que me he levantado a las seis, estoy haciendo ejercicios gimnásticos que tonifiquen mi voluntad para acercarme a una finca abandonada (lo parece) a fotografiar campos y vacías soledades. Para conseguirlo, tendré que remover y apartar toneladas de desgana. Intento espantar la somnolencia. Si no fuera porque el soporte fotográfico analógico aún me despierta la curiosidad de ver cómo traduce el proceso fisicoquímico lo que puedo ver bajo la veladura de mi apatía, al campo hoy no iría. Ni ningún otro día. Desde luego que no. El caso es que a las ocho, cuando amanecía, he cogido una cámara y un par de objetivos, un trípode y le he propuesto a mi perrito que fuéramos al campo, posibilidad que a él le encanta siempre. En el descampado solitario, que frecuentamos una o dos veces a la semana porque nunca nos encontramos con nadie, Míster Brown ha perseguido sus particulares quimeras, es decir, conejos, y yo he fotografiado árboles secos, tristes y fantasmales retamas, una piscina en ruinas, y flores entre la niebla. No es gran cosa, pero al menos nos sirve como pretexto para dar una vuelta. Tendré que seguir aferrado a mis viejas cámaras o me invadirá la metástasis.

Pepe Fuentes ·