6 ENERO 2020

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
pepe fuentes (Toledo)
Soporte de imagen
-DIGITAL-IPHONE
Fecha de diario
2020-01-06
Referencia
9787

EL BATRACIO QUE QUISO SER CANGREJO
(metáfora navideña del reino animal)

Se despertó y lo primero que hizo fue preguntar qué hora era: –las cinco y media -le dijeron. Habían pasado nada menos que ocho horas. Lo primero que pensó es en su mujer, que le esperaba desde por la mañana; le pareció injusto para ella. Además, la echaba de menos desde que se separaron. Lo segundo que constató es que, durante el largo y profundo letargo, había soñado pero no sabía qué (creía que anestesiado no se soñaba). Enseguida se cansó de la enojosa e interminable reanimación (que solo consistía en que te aparcaban en un rincón y allá te las apañaras solito). Pidió en varias ocasiones que le sacaran de allí pues, las conversaciones que oía de otros pacientes cercanos, le dolían por absurdas. Nadie le hizo caso. Cada vez que intuía un bulto en movimiento por delante de la cama reclamaba, pero siempre le decían que había que esperar. Para ellos, obviamente, el bulto era él. Podría haberse muerto y nadie se habría enterado. Finalmente lo llevaron hasta la habitación, y allí, ya a solas con su mujer, se puso a balbucear la experiencia, o al menos lo que recordaba de ella. Fue consciente de que tenía la cabeza fuertemente vendada y sentía todas las molestias del mundo. A las ocho y media, más o menos, le llevaron la cena: una especie de puré que no pudo tomarse porque no controlaba los labios ni el mecanismo de deglutir purés hospitalarios. Después, un filete de pescado y un yogurt. Cayó la noche y ésta se hizo horrible, tenebrosa. Apenas consiguió dormir boca arriba como le habían indicado pero, como no sabía, no hubo forma. La venda en la cabeza le oprimía violentamente. Un constante suplicio para el que nuestro paciente no estaba preparado: carece de cualquier resistencia al dolor. Empezó a sospechar que sí que le iba a doler la imprudente decisión en aras de una dudosa mejora estética de la cabeza por fuera (por dentro no tiene operación posible). Al parecer, la cirujana, de la que seguía sin saber nada de sus habilidades (aunque algo había hecho porque le habían operado, nadie sabía con qué resultados), había quedado en que a las diez de la mañana del sábado veintitrés se pasaría por el hospital para curarle y darle el alta hospitalaria…

Pepe Fuentes ·