CRÓNICA DE UN DÍA FELIZ (ya era peligroso) EN DIEZ APUNTES Veintinueve de Febrero de Dos mil veinte (6)
El arte contemporáneo es progresivamente más ocurrencia y entretenimiento (a veces, también, excepcionalmente, originalidad y sugestión) y menos reflexión, introspección estética, ética y hasta filosófica.
No regenera ni repara deterioros y desgastes de los tejidos individuales y, por extensión, de la sociedad. Más bien contribuye a la infección y el abaratamiento vital imperante en estos tiempos de vértigo e insustancialidad…
“Cualquier cosa era susceptible de convertirse en arte siempre y cuando entrara en la institución y atravesara un proceso de alquimia discursiva. En otras palabras, cualquier cosa era arte si alguien con influencia y poder sacaba de su manga algún concepto o alguna teoría que lo transformará en elemento artístico”. Carlos Granés
PS. Última hora del Coronavirus en España y en mi vida: Parece que los contagios y los muertos bajan, luego debemos estar en el buen camino, a falta de que se consolide y aumente la mejoría. El peligro: que se tomen decisiones erróneas y la tendencia revierta. Espero que no. No sé cuánto durará este lamentable asunto del contagio que ya es demasiado. Hoy es domingo y no me siento muy entonado vitalmente. No estoy deprimido, al menos no como cuando me deprimía de joven, momentos en los que la depresión me asaltaba como un suceso brusco, extemporáneo y agobiante. El decaimiento me zarandeaba inclementemente y se quedaba un buen rato pegado a mí, pero después se me pasaba. Ahora ya no me deprimo, ahora es una especie de veladura levemente desganada que se ha acomodado en mi existencia todo el tiempo. Convivimos en paz, sin hacernos demasiado daño. Aunque esta especie de convalecencia dura mucho, la de estas últimas semanas y concretamente la de hoy, no sé es si es por la presión ambiental del confinamiento o por las miasmas que lanza a la atmósfera tanta enfermedad contagiosa. Y mortal. Me parece que hoy no tengo nada en especial que decir.