CRÓNICA DE TEMBLORES Y TITUBEOS ANTE LA ELECCIÓN DE UNA CÁMARA DIGITAL (I)
Antes de tomar la decisión de color sí, color no, digital sí, digital no, me di una vuelta por el mercado. Primero, tuve que informarme de la terminología y aspectos técnicos básicos de estos artilugios (megapíxeles, sensores, formatos, funciones básicas, ópticas y sus correlaciones con el sistema analógico, y algunas cosas más). Ni eso, tan sencillo y básico, era fácil para mí.
En mil novecientos ochenta y dos, cuatro años después de que empezara a fotografiar, ya tuve claro que me interesaba mucho la máxima definición en la imagen y me compré una cámara de medio formato.
Aquella clara e indubitable elección ha marcado y conformado mi forma de hacer fotografía todos estos años. Treinta y ocho años fotografiando en medio formato, me remitía ahora, ineludiblemente, al medio formato digital. Es curiosa esa vocación de excelencia porque yo nunca me he considerado un fotógrafo del todo, sino otra cosa: simplemente un tipo que hacía fotografías con los conocimientos técnicos básicos para poder hacerlas. Nada más.
Una vez que chequeé las opciones disponibles, apagué el ordenador asustado. Comprarme un coche que casi necesito (el que utilizo tiene veinte años y está hecho una mierda), me resultaría más barato.
Siempre he pensado que hay que ser generoso con el lenguaje en el que uno haya elegido expresarse ya que forma parte de lo más propio, íntimo y esencial; y aun así no es seguro que ese lenguaje te compense el esfuerzo. A fin de cuentas, nada compensa, salvo que a base de talento y esfuerzo hayas transcendido en algo, o al menos crecido como persona; o te hayas hecho inmensamente rico (nunca he trabajado con ese propósito). Únicamente he intentado siempre la máxima intensidad auto expresiva. Creo haber sido honesto en eso…
10 MAYO 2020
© 1982 pepe fuentes