VIAJE A MÉXICO, Julio 2019
Río Usamascinta, en la frontera con Guatemala:
lunes veintidós, por la mañana
Viaje en grupo a los restos de las ciudades Maya de Yaxchilán y Bonampak.
Nos recogieron en el hotel a las seis de la mañana y nos trasladaron hasta donde se encontraba un pequeño autobús donde viajaríamos. Compartiríamos el día con otros turistas (en torno a veinte). Nos contrariaba bastante la circunstancia social.
La expedición se componía de parejas, familias y grupos de amigos.
La primera parte del recorrido, de una duración aproximada de una hora, transcurrió en silencio.
Paramos a desayunar en un restaurante de carretera y en ese momento comenzaron los contactos entre unos y otros.
A nosotros nos abordó una mujer joven, holandesa, y otra mayor, mexicana.
La holandesa, de treinta años aproximadamente, profesora universitaria, vivía en Utrecht, creo recordar, y hablaba perfectamente español. La señora mayor, en torno a la setentena, vivía al norte de México, y era una mujer sociable y positiva; cada año viajaba desde el norte al sur del país, especialmente a las montañas de Chiapas, por las que sentía entusiasmo, según dijo. Ambas viajaban solas.
Curiosamente, cuando reanudamos la marcha, el silencio en el autobús se convirtió en algarabía.
Todo el mundo hablaba con todo el mundo: un imprevisible y sorprendente “buen rollo”.
Solo faltó que cantáramos todos alegremente a capella.
Había franceses, españoles (tres andaluces jóvenes, una mujer y dos hombres, profesores de instituto los tres), la mujer joven holandesa y, el resto, mexicanos.
El guía, hombre joven, mexicano, también se mostraba sumamente expansivo y agradable.
Nos relajamos y presentimos que podría ser un buen día turístico, sobre todo si éramos capaces de flexibilizar nuestra habitual reserva (sobre todo yo).
Entre nueve y diez de la mañana llegamos a la frontera natural con Guatemala: un caudaloso río por el que navegamos durante casi una hora a favor de corriente.
En cada una de las lanchas viajábamos diez personas.
La experiencia de avanzar río abajo, flanqueados en las dos orillas por una tupida selva, resultó excitante, apasionante…