VIAJE A MÉXICO, Julio 2019
Chichen-Itzá y Cancún:
sábado veintisiete, por la mañana y por la tarde
El centro neurálgico de la ciudad era la gran pirámide, El templo de Kukulkán, en honor del Dios del mismo nombre (estructura también conocida como El Castillo).
Fotografié la magnífica construcción desde todos los lados, los cuatro que marcan los puntos cardinales, todos iluminados ya que el sol de mediodía se encontraba perpendicular al centro.
La visita duró en torno a dos horas y cuarto. De dos a tres comimos en un restaurante autoservicio con un inmenso margen de mejora.
Después, el autobús que nos había traído nos dejó en un hotel (desde el que hice esta toma en la que aparece la cúpula del observatorio astronómico). Ahí tomamos otro que nos llevaría hasta Cancún, última etapa del viaje.
Salimos de Chichen-Itzá a las cuatro de la tarde y llegamos a Cancún a las siete y media.
Desplazamiento largo, fatigoso, sobre todo por la monotonía del paisaje: plano, largo, recto, interminable, sin apenas matices.
Dejamos las maletas en el hotel, nos duchamos y salimos a cenar. Lo hicimos en un restaurante italiano, donde también nos tomamos un cóctel de despedida.
Nos acostamos a las once y media. A estas alturas nos sentíamos terriblemente cansados y, sobre todo, aunque satisfechos con el viaje, se nos habían acabado los alicientes. Somos turistas de viajes entre quince y veinte días, no más…