2 JUNIO 2020

© 2020 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2020
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 50
Fecha de diario
2020-06-02
Referencia
3670

TRILOGÍA CINCUENTA AÑOS DESPUÉS (dos)
-Me sentía muy agradecido a todos por haberme acogido en una empresa que estaba muy por encima de mis posibilidades reales (sin ayuda, yo no habría pasado de un trabajo sin cualificar). Sí, eso lo tenía claro, así que me apliqué en trabajar mucho y lo mejor que era capaz. A ser bueno, que es lo que intentaba a todas horas desde que oí decir a mi abuela más querida: –qué bueno es Pepito-. Me lo creí. Es curioso cómo puede influir en alguien una frase dicha sin mayor transcendencia, de abuela bienintencionada, por ejemplo. Ella no dijo -qué inteligente es Pepito– sino ¡¡¡qué bueno!!! (algo debía saber de mis insuficiencias) y, a partir de ahí, me empleé en ejercer de bueno toda mi vida. Luego, he ido enterándome de que es el recurso de los tontos para no perecer en la tormenta. Algo tenía que ser, debí pensar entonces, y, al fin y al cabo, era lo más cómodo y sencillo para los acobardados.
-Era muy bien mandado y siempre procuraba hacer todo lo que me ordenaban. No, no trabajaba por ascender (bueno, un poco sí), sino porque no me regañaran por inútil.
-En aquella sucursal de provincias trabajábamos nada menos que cuarenta y ocho empleados (ninguna mujer), de ocho a tres de la mañana (los apoderados también iban por la tarde).
-El orden interno era férreamente jerárquico. Sobre los botones y ordenanzas (en la foto) mandaba el resto de la plantilla (más los apoderados, interventor y, sobre todo, el Director, en el centro de la foto de hoy). Yo soy el de la izquierda.
-Mi trabajo consistía en llevar papeles de unas mesas a otras y colocar, por orden numérico de cuentas, lo que se llamaba verdes contables, que luego los oficiales administrativos contabilizaban en fichas que introducían en pesadas máquinas.
-Obviamente, el trabajo era de bajísima cualificación (para tontos), por lo que en mi caso no se puso en evidencia ninguna disfuncionalidad, así que pude ir tirando callada y cómodamente. En el colmo de la autosatisfacción idiota pensaba que tenía un trabajo relevante…

Pepe Fuentes ·