DIGRESIÓN SIETE (I). Trilogía de Trajano, Santiago Posteguillo. Compuesto por: Los asesinos del Emperador (2011), Circo Máximo (2013), La legión perdida (2016). Ebbok, Editorial Planeta (2017). Más de tres mil quinientas páginas. Este dato, que puede parecer anecdótico, no lo es en absoluto ya que he necesitado muchísimas horas para culminar la lectura. Posteguillo me ha metido de hoz y coz, sin reservas por mi parte, en la época de Trajano. Fue una figura de proporciones ciclópeas, inmensamente grande, y eso lo sabemos por los datos objetivos e históricos de su mandato: el imperio alcanzó la máxima extensión territorial en toda su existencia y el Senado lo calificó como Optimus Princeps, el mejor de los gobernantes posibles. Fue varias veces aclamado por el ejército, el senado y la ciudad. Domicia, la antigua emperatriz, lo evalúa justamente en la obra de Posteguillo: “Trajano fue un emperador demasiado grande para una Roma demasiado pequeña”. Me interesa mucho la historia antigua y, especialmente, la romana. A pesar de eso, no sé mucho de ese magnificente imperio y cultura que duró más de mil años, si consideramos la época monárquica, republicana, imperial y la prolongación del imperio oriental. Y sí, eso me lleva a pensar, ineludiblemente, que somos esencialmente romanos. De ahí procedemos. Luego, las mezclas (los godos y las varias familias tribales, judíos, musulmanes y algunos más). Trajano mismo, procedía de Santiponce (Sevilla). Somos hijos de su lengua, de sus leyes, de sus obras públicas, de su literatura, de su concepción del estado, y de tantas y tantas cosas. Por eso, adentrarse en la cultura romana es fácil, porque formamos parte de ella y tampoco ha cambiado tanto nuestra forma de pensar: las pasiones humanas siguen manifestándose de igual modo. Ni siquiera la inmutabilidad de ciertas leyes naturales, como por ejemplo -no hagas a los demás lo que para ti no quisieras-, nos ha hecho mejores a lo largo del tiempo. Seguimos siendo una panda de hijos de puta muy parecidos a los peores romanos; Domiciano, por ejemplo, emperador anterior a Trajano, fue la encarnación del mal más abyecto y despiadado. El principal rasgo de su carácter y de las sinrazones de sus indiscriminados crímenes están recogidos en el primer tomo de la trilogía: El asesinato del Emperador. En esta primera parte, Posteguillo cuenta la juventud de Trajano (sus primeras acciones de guerra y su época como legatus en Germania e Hispania), las vicisitudes demoniacas de Domiciano, y el periodo imperial de su padre Vespasiano y su hermano Tito, que le antecedieron como emperadores. Grandes los dos primeros, abominable el tercero…
16 JULIO 2020
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