DIGRESIÓN DOS (1). The Painted Bird (El pájaro pintado). República Checa (2019). Guion: Václav Marhoul (novela de Jerzy Kosinski). Dirección: Václav Marhoul. Fotografía: Vladimir Smutny (B&W). Intérpretes: Petr Kotlar, Harvey Keitel, Barry Pepper, Julian Sands, Udo Kier, Stellan Skarsgard, Alexei Kravchenko, Tim Kalkhof, Jitka Cvancarova, Pavel Kritz.
La historia: un niño judío se ve inmerso en una peregrinación de supervivencia, solo, en la zona fronteriza con Rusia, en territorios ocupados por los malditos nazis. En su penoso vía crucis se va encontrando con seres crueles que le humillan, le sodomizan, le golpean, le explotan y habrían acabado con él en cualquiera de las estaciones de horror donde recala azarosamente. Como telón de fondo la situación de guerra, de miseria, de hambre y desesperación del mundo rural. Lo peor de la naturaleza humana en todas partes, por doquier; nadie, absolutamente nadie, tiene un gesto de generosidad hacia el pobre muchacho, en todas partes es golpeado inclementemente. Él soporta todas las aviesas crueldades con gesto adusto, insondable, y un instinto de supervivencia inquebrantable. No emite una sola palabra, tan solo mira desde unos ojos quietos, profundos y con una expresión desde la que no se trasluce sentimiento alguno, solo la firme determinación de ir hacia delante. No parece que tenga miedo a nada, quizá porque sea la propia encarnadura del miedo. Aun siendo esenciales los hechos que nos muestra Václav Marhoul, que dicen sobre un desolador periodo de la historia de Europa, es más importante y esencial en esta película la belleza con la que está concebida: un blanco y negro purísimo y una concepción fotográfica de una profundidad estética y emocional absolutamente memorables. La sucesión de encuadres del paisaje, que denotan una exquisita sensibilidad y sentido estético, anonadan. La distribución del espacio en cada uno de los fotogramas, desde el modo de concebir cómo mostrar una granja, un río, un lago, un pueblo, un camino, un tren avanzando, unos caballos galopando, todo, absolutamente todo lo que aparece en pantalla, es de una belleza formal que sobrecoge. Pero, donde la cámara va mucho más allá, es en las distancias cortas, en la aproximación a los rostros y expresiones; es ahí donde quedas petrificado por la arrolladora fuerza de todas, absolutamente todas las imágenes. El alarde de Marhoul va mucho más lejos, si cabe, creando situaciones e imágenes originalísimas, impactantes, inolvidables. Asombrosa la metáfora del pájaro que un viejo cazador (de pájaros) pinta con pintura blanca: lo suelta y, en una larga secuencia, una numerosa bandada de pájaros recortándose contra el cielo, le atacan componiendo una macabra danza de retorcido y cruel ensañamiento. El pájaro cae muerto. La larga película es incesantemente apocalíptica, una performance del horror, creíble y aplastante, que corta la respiración…
2 OCTUBRE 2020
© 2020 pepe fuentes