19 NOVIEMBRE 2020

DIGRESIÓN CINCO. Stardust Memories (Recuerdos de una estrella) EE.UU. 1980. Guion y dirección: Woody Allen. Intérpretes: Woody Allen, Charlotte Rampling, Jessica Harper, Marie-Christine Barrault, Tony Roberts, Daniel Stern, Amy Wright, Helen Hanft, John Rothman, Anne DeSalvo, Joan Neuman, Sharon Stone.
Cine dentro del cine, género o modalidad que tanto me gusta. Y, además, el gran Woody (en mi jerga cinematográfica solo hay tres personajes que se merecen el calificativo de grandes: Roy Andersson, Woody Allen y Ricardo Darín; podría haber algunos más, pero no he tenido tiempo de santificarlos) se interpreta a sí mismo, lo que indudablemente es un valor añadido (siempre prefiero en las que actúa él, aunque no siempre sean las mejores). En ésta, no precisamente alabada por la crítica, no tenía otro remedio porque se trata de una irónica historia autorreferencial. Una deliciosa historia metafórica sobre el cine y su obra, en muchos momentos amarga, sombría, desesperanzada, pero salpicada de un sentido del humor inteligente, autocrítico y narcisista al mismo tiempo. Rodada en blanco y negro, como conviene a un ejercicio introspectivo y memorioso. Bellísima la sala de cine en la que le homenajean sus fans, que se comportan de un modo mitómano y bastante idiota y a los que Woody parece que desprecia íntimamente. Probablemente él sea así, no conozco al personaje en sus pulsiones más propias (no he leído, ni lo haré, su reciente autobiografía). En realidad, a mí el gran Woody me interesa especialmente como creador ya que como persona no tengo una opinión definida, sobre todo porque, a pesar de que sus obras parecen tremendamente autorreferenciales, no las observo desde esa perspectiva. Desde luego, no me parece una persona cuestionable y ni mucho menos por las recientes e indemostradas acusaciones que se han vertido contra él. Como autor creo entenderle a través de sus reflexiones existenciales: su relación con la muerte, el deseo, el amor y su imposibilidad, las creencias y la religión… En sus planteamientos éticos y estéticos siempre encuentro resonancias y afinidades. Una de sus virtudes que más admiro es la infinita capacidad para hacer reír desde la más absoluta gravedad. “Las películas en su primera etapa (…) eran buenas porque contenían la suficiente tristeza y dolor para justificar el triunfo de lo cómico” Chris Peachment. Ahora, sus películas no son cómicas como las de su primera época, aunque siempre contienen un acerado sentido del humor. A Naty le gusta su obra y el personaje incluso más que a mí, por lo que últimamente estamos revisando, encantados, algunos títulos de los que no nos acordábamos bien. Y, hablando de mujeres bellas, Charlotte Rampling está espléndida: atractiva, seductora, fascinante.