6 DICIEMBRE 2020

FOTOGRAFIAR ES UNA PODEROSA AYUDA PARA INDAGAR EN LA REALIDAD IMAGINATIVAMENTE.
“Una fotografía, al tiempo que registra lo que ha sido visto, siempre y en virtud de su naturaleza remite a lo que no se ve”. John Berger
Hay autores que han pensado seria y lúcidamente en la esencia misma del lenguaje fotográfico, algunos de ellos ya muertos, como Berger. Ahora, todo lo que tiene relación con soportes tecnológicos discurre a velocidades vertiginosas, y la fotografía especialmente. El mundo se ha lanzado vorazmente a realizar y consumir imágenes y, los teóricos, no alcanzan a reflexionar a la misma velocidad de los hechos. Es bueno para las gentes fotografiar porque siempre ayuda a ver un poco más allá. Ahora lo hace todo el mundo a todas horas, por lo que se me ocurre pensar que el nivel de imaginación de la humanidad, gracias a la fotografía y a los dispositivos “para todo”, ha aumentado hasta cotas prodigiosas: todo el mundo exudando imaginación por todos los poros ¡¡¡Qué bonito, qué estallido vital, por Dios!!! Nunca la fotografía pudo soñar semejante gloria para su naturaleza, para su razón de ser. Solo hay que entrar en Instagram para observar miles y miles de pruebas de lo que acabo de decir: gentes completamente desconocidas (con nombres extraños, en muchos casos acrónimos) para el mundo de la fotografía artística, realizan imágenes elaboradísimas con prodigiosos acabados, en escenarios insólitos y rebuscados. Los fotógrafos clásicos ya muertos que han pasado a la historia, palidecerían si pudieran ver lo que está ocurriendo. Por mi parte, procedo de un postclasicismo que todavía no ha conseguido llegar al postmodernismo, aunque esté en ello, por lo que sufro mutaciones por el asombro que me provoca la exuberancia torrencial de imágenes e imágenes por doquier: he pasado del tono de piel blanco, propio de mi raza caucásica, a la palidez mortal de un zombi perplejo.