EL MAPA DE LOS DÍAS
12. MIÉRCOLES 3 (9 de Diciembre).
Si yo fuera artista, me gustaría escribir fabulosas historias que sucederían en los sitios que visito furtivamente, con miedo a ser descubierto; inspiradas en la geografía de las casas y de los objetos que dejaron abandonados los fugitivos. Me gustan los escenarios en los que la función tuvo lugar, pero finalmente terminó y los actores hicieron un triste mutis. Se alejaron calladamente, sin aplausos, quizá humillados por no entender el silencio que les rodeó todo el tiempo de representación y, sobre todo, el del último acto. Algunos de los objetos con los que se ayudaban para su puesta en escena quedaron atrás y, jirones de su espíritu, de su aliento, prendidos en los rincones, en los armarios, en los muebles, en los recovecos de esas casas a punto de la extinción sin memoria. Me pregunto: Cuando los moradores de las casas abandonadas se han ido a otras, ¿queda algo de su espíritu en ellas o, al seguir vivos nada se queda atrás? No tengo ni la más remota idea. Volvimos a la nuestra con una carga considerable de tristeza. El resto del día, lo de siempre. Nada en especial. Languidezco sin grandes tensiones vivenciales. Menos mal que no paramos de movernos, aunque sea espasmódicamente, poquito a poco, siguiendo el infalible ritmo del metrónomo llamado “los días”.
La fotografía: “El objeto del arte es quitar el polvo de la vida diaria de nuestras almas”. Pablo Picasso
Estoy satisfecho de esta imagen; con la New Age, he conseguido dotarla de una gama de grises suave, delicada. Ha sido un tratamiento compasivo, amoroso casi, a fin de contradecir la desoladora ruina en la que se encontraba el último refugio de alguien que dormía alentando sueños de una vida mejor. Deseo que todo le haya salido bien y viva más contento ahora.