2 FEBRERO 2021

© 2021 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2021
Localizacion
pepe fuentes (Toledo)
Soporte de imagen
DIGITAL (100)
Fecha de diario
2021-02-02
Referencia
8208

DIARIO DE ENVEJECIMIENTO VEINTITRÉS, del veintiocho de Enero de dos mil veintiuno (6:00 horas)
Hace tiempo que no anoto nada en este diario, y no es porque mi envejecimiento se haya detenido, no, es simplemente porque no he escrito y ya está. En este melancólico decaimiento siento que muchas cosas se descolocan.  Por dentro y por fuera. Todas importantes por sí solas y, juntas, insoportables. Me he despertado antes de las cinco y me he dedicado un buen rato a mirar la oscuridad sin ni siquiera verla, sin una sola idea en la cabeza. Llevo algunas noches que no duermo más de tres o cuatro horas y no sé por qué. Tal vez sea por el nefasto impacto de la pandemia (no salimos nunca, salvo para pasear ascéticamente), o quizá sea por mi provecta edad (los viejos duermen menos, según me han dicho). No sé. El asunto de vivir cada día no parece ir nada bien. Tal vez haya enfermado y no lo sé todavía. El otro día pensé en escribir algo muy apropiado para este diario pero no lo hice en ese momento y ya no me acuerdo. También me han dicho que, a medida que cumples años, además de dormir peor pierdes memoria. En lo que más lo noto es en que muchas palabras se me han escapado. Han desaparecido. Yo antes tenía bastantes más que ahora, me sentía satisfecho de mi vocabulario y bastante seguro en el manejo de las palabras, a pesar de no tener estudios. Ninguno. Me comportaba como si fuera culto e inteligente, pero no era ni una cosa ni otra. A veces conseguía dar el pego. El problema más serio de la vejez, además de que la libido se va a la mierda (un serio inconveniente para disfrutar un poco del hecho de estar vivo), es la falta de voluntad, de deseo hacia cualquier cosa. Convivo todo el santo día con una recurrente y puta pregunta en la punta de la lengua, repitiéndola hasta el sangrado ¿para qué? Y no es lo malo la agusanada y asquerosa pregunta, lo infinitamente peor, con diferencia, es la vomitiva y desoladora respuesta: Para Nada…
La fotografía: Sencilla, tan solo pretende contar cómo está mi cuerpo ahora: un informe montón de pellejos sin gracia. Decaído todo, las carnes y el espíritu. Obviaré la fotografía porque lo verdaderamente capital es el cuerpo. Se expresa por sí solo. La vejez es un gran tema fotográfico porque ofrece, entre otros muchos valores, algunos tremendamente contundentes: texturas plenas de sustancia, información vivencial, dramatismo (la vejez es dramática por naturaleza), singulares formas estéticas, posibilidad de composiciones filosóficas de proyección existencial… Un filón inagotable. Creo que no debo preocuparme por mi falta de inspiración fotográfica, como es el caso de hoy: con ponerme delante de la cámara ya está ¡¡¡Vivan los viejos!!!

Pepe Fuentes ·