21 FEBRERO 2021

DIGRESION SIETE. Falling. Canadá (2020). Guion y Dirección: Viggo Mortensen. Intérpretes: Lance Henriksen, Viggo Mortensen, Terry Chen, Sverrir Gudnason, Hannah Gross, Laura Linney, David Linney, David Cronenberg.
En este diario no me ocupo de las películas que no me gustan (solo escribo sobre las que me gustan, las que no, para qué perder el tiempo). La de hoy es una excepción, sencillamente porque me ha provocado un monumental enfado. No así a los críticos, ya que todos se han relamido de gusto con ella. Comenzamos a verla confiados después de la atronadora ovación de los que saben.
Poco después, Naty y yo nos miramos atónitos, con nuestro gesto característico de sospecha. Seguimos mirando la pantalla en silencio. Lo que en ella sucedía, salvo que hubiera perdido mi poca o mucha capacidad para discriminar o entender lo que veo, era lo siguiente:
-Un hombre, bastante viejo ya, que viaja en un avión con su hijo (el director de la peli, Mortensen) y que comete todo tipo de tropelías como si estuviera aquejado de demencia senil, o alzhéimer, o algo parecido (luego resulta que no, que es simplemente un perfecto hijo de puta). Era como una especie de esperpéntica comedia dramática. Pero esa histriónica escena, tan desagradable, habría sido episódica si no se hubiera repetido hasta el último segundo de la película.
-El personaje, resulta ser un viejo recalcitrante que Mortensen programa con todos los defectos imaginables: machista, autoritario, inflexible, irrespetuoso, marido infiel, brutal, inculto, e incapaz de proyectar amor e indulgencia hacia los demás. Por si fuera poco, queda claro que es un miembro de la américa profunda, cazador y potencial votante de Trump, seguro.
-Frente a semejante energúmeno, y con vidas sonrientes y ejemplares: el hijo, piloto aéreo comercial (Mortensen, en plan armario inexpresivo), su pareja, un enfermero medio chino, y una buenísima niña adoptada, naturalmente. Nunca he visto en cine una familia tan bien avenida. Episódicamente, también aparece la hermana del piloto e hija del dinosaurio que, a su vez, tiene un hijo adolescente con el pelo azul (ya se encarga el viejo de decirle que si es marica o algo así), y una hija con look gótico y piercing en la nariz. Naturalmente, todos estos personajes representan la máxima bondad, indulgencia, comprensión y modernidad, frente al energúmeno que representa todos los viejos valores del conservadurismo, intransigencia, violencia, incultura y obcecación. El adoctrinamiento estaba servido.
-Ante todas las arbitrariedades del mal padre, el buen hijo, a pesar de que es insultado, vejado, humillado y agredido, cuida y cubre de amor incondicional al injusto padre.
-No hay nada que me moleste más en “arte”, aunque en esta película haya menos que en una catequesis, que un supuesto “artista” pretenda adoctrinarme en valores absolutos.
-En cuanto a la película en sí, cada una de las situaciones, se repite hasta la náusea, para remarcar una y mil veces todo lo bueno de unos y todo lo malo del viejo, que lo es, claro, porque si a los personajes se les reduce hasta despojarlos de matices y hacerlos unívocos, el malo lo será sin solución, no habrá perdón posible para él. En otro orden, la narración avanza con rigidez, a martillazos, y con unos saltos atrás rudos, que tan solo se justifican para demostrar que el viejo no es que actúe así por demencia senil sobrevenida, sino que ya era un hijo de puta precoz.
Podría extenderme hasta la extenuación criticando este engendro, pero no lo haré porque ya me he cansado.
Tontamente, terminamos de verla, supongo porque no dábamos crédito a lo que veíamos. Le dije a Naty:  -esta película es una puta bazofia-. Ella lo corroboró y añadió algún otro adjetivo parecido. Nos olvidamos de ella, eso sí, un poco enfadados, hasta que hoy me ha dado por escribir. No podía pasar por alto semejante afrenta estética y moralizante.