12 MARZO 2021

© 2021 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2021
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-DIGITAL 2500
Fecha de diario
2021-03-12
Referencia
9041

EL MAPA DE LOS DÍAS

38. JUEVES (4 de Marzo de 2021) y II
… Continué avanzando. Nuestro paseo (de Míster Brown y mío) se extiende a lo largo de 6,4 Km exactamente, según me informa puntual y eficazmente mi iPhone. Doy por bueno el dato. La distancia que recorro al lado mismo del río es de 4 Km, el resto son tramos de aproximación. Nunca nos encontramos con nadie salvo con un hombre que viste zapatos deportivos, maya negra, chaqueta de chándal amarilla, mascarilla azul (quirúrgica) y gorra negra. Siempre va vestido igual, desde hace meses, y siempre nos encontramos puntualmente en el mismo lugar, lo que dice mucho sobre nuestra anónima e impremeditada coordinación. Ambos debemos llevar la misma vida banal y rutinaria.
No conozco personalmente a ese hombre, aunque nos saludamos con un gesto o una ininteligible palabra que más bien parece un forzoso gruñido de cortesía descortés. Sin embargo, sé, o creo saber, sobre él. Frisa la sesentena y, desde hace bastantes años, vengo observando que debe tratarse de un hombre de férrea voluntad e inquebrantable determinación. Hace seis o siete años no andaba, sino que corría a gran velocidad. En un tramo de cinco o seis kilómetros iba y venía: me lo cruzaba al menos dos veces (a veces hasta tres) lo que quería decir que, mientras yo cubría esa distancia una vez, él la duplicaba o triplicaba corriendo muy deprisa, como alma que lleva el diablo. Disciplinado y potente físicamente, de gran resistencia, a mí me fascinaba hasta el asombro. De corredor era un hombre poco agraciado físicamente: de rostro y cuerpo blancuzco y pigmentación irregular (como con manchas). En sus piernas, cortas y pálidas, nada atléticas (lo que resultaba chocante ya que corría intensamente), resaltaba un vello muy negro y rizado. No, no era una belleza precisamente, pero su alma se adivinaba honesta y fuerte, aunque tal vez insegura y desde luego retraída, taciturna (cuando él corría y yo no, no nos saludábamos porque él iba demasiado deprisa como para fijarse en la tortuga que era yo). Yo me parecía a ese hombre, salvo porque yo no corría y él sí, además de que mis piernas estaban sensiblemente mejor conformadas que las suyas. Ahora que él tampoco corre y no mostramos las piernas ninguno de los dos, nos parecemos más, seguro. Creo que nuestras almas se parecen porque ambos mostramos un retraimiento propio de espíritus endebles y vulnerables. Además, los dos hacemos lo mismo a la misma hora todos los días.
Para terminar, el final del poema de Raymond Carver, tan pleno de resonancias para mí:
“Me tomaré todo el tiempo que quiera esta tarde
antes de dejar mi sitio en la orilla del río.
Me gustan, me encantan los ríos.
Me encantan desde su fuente.
Me encanta todo lo que crece en mí.»
La fotografía: El hombre, de persistente indumentaria amarilla, se aleja en dirección contraria después de que cruzáramos nuestro fugaz y habitual saludo de reconocimiento: mitad gesto, mitad sonido  inaudible. Mañana nos volveremos a encontrar en el mismo sitio, y así todos los días, siguiendo tenazmente la orilla del podrido y triste río.

Pepe Fuentes ·