EL MAPA DE LOS DÍAS
37. JUEVES (04 de Marzo de 2021) I
Hoy, donde todos los días: a la senda que acompaña al río durante unos kilómetros. El sol ha aparecido brumoso en esta parte del mundo, al menos en nuestro recorrido. Llevaba la cámara, por si acaso. No confiaba en fotografiar. En uno de mis podcasts de frecuente compañía, sonaba la lectura del poema de Raymond Carver que da título al libro: Donde el agua se junta con otras aguas (me entusiasma Carver, qué lástima que muriera con tan solo cincuenta años):
“Me fascinan los arroyos y la música que crean.
Y las corrientes, entre prados y cañas, antes
de tener oportunidad de convertirse en arroyos…”
El río que me acompaña y que lleva presente en mi vida sesenta años ya, se desplaza lento, con escaso y sucio caudal. Recuerdo cuando vivía a tan solo cincuenta metros: discurría más intenso y limpio y las gentes se bañaban en él. Ahora, con solo pisar el borde, uno podría ahogarse en el movedizo y repulsivo cieno, o morir por contaminación súbita.
Avanzo por la senda, sin demasiadas ganas. De tarde en tarde me paro y hago alguna fotografía. No hay sorpresas, hago este recorrido casi todos los días.
Carver, más adelante, en el mismo poema:
“…Podría sentarme
a mirar estos ríos durante horas
Ninguno es igual.
Hoy tengo 45 años.
¿Me creería alguien si le dijera
que una vez tuve 35?
¡Mi corazón seco y vacío a los 35 años!…”
La fotografía: Me pregunto, ¿se puede seguir amando a un río que ha sufrido semejante degradación? Si el amor se significa por el deseo de pasar horas mirándolo como dice Carver, ya no, ya no es posible, me temo que ya no amo a mi río como cuando era adolescente y lo miraba discurrir casi a diario. Ahora camino a su lado, ajeno a él, y desde luego no me paro tan solo por el placer de mirarlo, sin más.
PS: para aclarar cualquier equívoco: no, no soy militante ecologista, en realidad no soy militante de nada, simplemente me gusta la pulcritud y la belleza, y mi río ya solo es una desoladora decepción, una más.