LOS MICROVIAJES: Las inauditas cuevas y el explorador siempre desorientado, o la importancia de la fotografía (2)
Lunes, cinco de abril de dos mil veintiuno
… No hay lugares más misteriosos, sugestivos, surrealistas, de mayor potencialidad creativa que los que puedes encontrar en cualquier punto, sitio o lugar, inesperadamente. No tienen porqué ser extraordinarios, sofisticados, artísticos, y ni mucho menos de interés turístico (son los peores). Cuanto más alejados de cualquier apariencia o conexión “artística” mejor.
“No sólo el mundo es más misterioso y raro de lo que uno piensa, sino que es todavía más raro de lo que uno pueda pensar”. Whitehead.
Entraba y salía del laberinto subterráneo siguiendo el impulso de impresiones o, mejor dicho, visiones que se me antojaban de realización súbita e inmediata. La pasión siempre me asalta en lugares como al que llegamos en esa mañana, carentes de sentido aparente pero en los que yo consigo ser otro, o al menos es lo que me creo. Me apliqué en fotografiar todo lo que iba viendo, o imaginaba que veía. La fotografía es una portentosa herramienta que no solo absorbe lo que hay en derredor, sino también lo que sientes o supones que sientes. Nunca podré dejar de fotografiar porque, a fin de cuentas, es un recurso esencial para los que vivimos asustados y apartados de cualquier atisbo de gloria. Un respirador sin el que no sería fácil sobrevivir orgánica y anímicamente. En cuanto a la localización, era perfecta, siempre he trabajado a gusto allí: nunca he visto a nadie a lo largo del intervalo de años en los que he ido, a pesar de permanecer horas y horas cada vez…
La fotografía: Roland Barthes define al fotógrafo que me hubiera gustado ser y a lo mejor, en algunos momentos, instintivamente, he sido (quiero pensar): “El fotógrafo, como un acróbata debe desafiar las leyes de lo probable e incluso de lo posible; en último término, debe desafiar las leyes de lo interesante: la foto se hace “sorprendente” a partir del momento de que no se sabe por qué ha sido tomada”.
2 MAYO 2021
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