13 MAYO 2021

LOS MICROVIAJES: Cuenca y la Ciudad Encantada (2)
Viernes, siete Mayo de dos mil veintiuno
Naty, Míster Brown y yo ascendimos penosamente hasta la Plaza Mayor desde la misma orilla del Huécar. Desde ahí, giramos a la izquierda y, por la Ronda del Júcar, bordeamos el precipicio que se abría a las hoces. Enfrente, los altos de piedra blanquecina que abrazan la cresta donde quedó fijado el caserío, amalgama de airosos edificios.
Cada paso era un matiz, una nota de aire y luz. Abajo, el agua verdosa con matices azules del Júcar serpeaba entre umbrías y arbolados.
Parábamos y avanzábamos y, a veces, fotografiábamos. Siempre despacio, muy despacio. El paseo no era tanto de fotografiar como de recrearse.
Llegamos a la zona más alta, en las inmediaciones del Castillo. De ahí hasta el Archivo Histórico Provincial, impresionante y adusto edificio que se destinó a diversos fines a largo de los últimos siglos (sede del tribunal de la Inquisición, entre otros, y, por último, antes de la función actual, a cárcel).
Descansamos al pie de la inquietante construcción un rato…
La Fotografía: A un lado, la arquitectura severa, áspera, de la que fuera sede de actividades muy graves y sombrías. Sin embargo, a pesar de los penumbrosos secretos que debe guardar en su interior, al otro lado, el espacio luminoso y las alturas que se divisaban, con el río Huécar abajo bordeado de hocinos de un verde intenso, hacía que la impresión del paisaje fuera luminosa y ligera.