DIGRESIÓN OCHO. 8½ (Otto e mezzo). Italia (1963). Guion: Tullio Pinelli, Federico Fellini, Ennio Flaiano, Brunello Rondi. Dirección: Federico Fellini. Música: Nino Rota. Intérpretes: Marcello Mastroniani, Claudia Cardinale, Anouk Aimeé, Sandra Milo, Rosella Falk, Barbara Steele, Mario Pisu, Guido Alberti, Madeleine LeBeau, Caterina Boratto.
Probablemente sea la mejor película de Fellini, aunque afirmar eso es como desentrañar el origen del universo, o algo parecido. Unas mejores que otras, pero todas interesantísimas y brillantes hasta la apoteosis.
Es sabida la trama, grosso modo: un director de cine en crisis de creatividad… pero, detrás de ese trance, siempre complejo, hay una puesta en escena y un desarrollo argumental pleno de desbordante creatividad.
La película contiene los referentes esenciales del cine de Fellini: la mujer, la religión (curas por doquier), o, dicho de otro modo: la existencia del Dios católico y la piedra filosofal que le sustenta: la culpa; el existencialismo, el sentido del humor, la vida y la muerte representadas con ligera y riente trascendencia; el amor y el deseo (sexo, por qué no, o más bien sensualidad y erotismo) … y mucho más. Fellini en estado puro.
Siendo consciente de que hablo de un autor complejo e inagotable, con multitud de líneas argumentales posibles, único e irrepetible; reconozco mi debilidad absoluta hacia una de sus vertientes: las puestas en escena. El atrezo y personajes (elección de la tipología, vestuario, maquillaje, gestualidad); escenarios y absoluta originalidad y brillantez en la concepción y realización de la teatralidad con la que representa la trascendencia. Insuperable y soberbio en la fabulación cinematográfica.
Puedo mirar sus películas embobado, admirado y conmovido para la inagotable belleza que contienen.
Esta historia avanza de una mujer a otra, y otra, y otra; y como referente de fondo Guido (un Mastroniani soberbio), que se muestra acobardado, confuso, huidizo ante una responsabilidad que no sabe cómo afrontar. Y, mientras, los curas, siempre presentes, pontificales, amenazantes, viejos y feos, sin nada bueno que decir. Solo asustan.
Los momentos finales, con la gran exhibición y desfile de todos los personajes que han intervenido, es, sencillamente, pura fantasía de inimitable plasticidad y fuerza expresiva. Obra maestra.
12 AGOSTO 2021
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