CRÓNICA DE UN ALEJAMIENTO TRISTE Y ALEGRE AL MISMO TIEMPO
Capítulo 5.
-Las cosas materiales-
… Después de dos o tres días de deambular titubeantes, bajo el gran peso de la grave transcendencia de nuestra decisión, debíamos empezar a ordenar la deconstrucción de lo sólidamente construido a lo largo de tantos años.
Tenemos una casa de la que compartimos la propiedad al cincuenta por ciento. El mobiliario que hay dentro está adquirido por los dos. Todo lo que tenemos, absolutamente todo, es producto de nuestra larga convivencia. Así quisimos ordenar nuestra vida en común y así lo hicimos.
Opciones para la casa:
Una: Vender y repartir lo obtenido y alejarnos cada uno en una dirección. La peor solución, aunque quizá la más sensata.
Dos: Se va Naty, yo me quedo. La propiedad primera, que derruimos, era de mis padres y ella entiende que mis vínculos emocionales son mayores que los suyos. Su generosidad es inmensa y conmovedora.
Optamos por esta solución, sobre todo porque yo estoy encantado con la casa y Naty, por nada del mundo, deseaba que me viera seria y negativamente afectado.
Durante el mes de agosto, ha buscado una casa para alquilar y en estos días efectuará la mudanza. Naturalmente, como no puede ser de otro modo, pagaré la mitad de los gastos de instalación y un alquiler de la mitad de la casa que me deja. En cuanto al resto de bienes, mobiliario y otros objetos, se ha empeñado en tan solo llevarse lo imprescindible y sus objetos más personales. Aduce que no quiere desmontar la casa en la que hemos vivido juntos. Ni se me ocurre cómo podría compensar tanto desprendimiento por su parte.
Los acuerdos sobre todo tipo de cosas y objetos se sucedían de modo automático, inmediatos y prácticos, casi sin hablar y mucho menos discutir. Cómo íbamos a enzarzarnos en disputas materiales absurdas, propias de gentes miserables…