CRÓNICA DE UN ALEJAMIENTO TRISTE Y ALEGRE AL MISMO TIEMPO
Capítulo 7.
-El futuro: breve, en clave de pura especulación literaria-
… ¿Qué será de nosotros a partir de ahora? No lo sé. Fuera de lo que han sido nuestros límites está el mundo, al que ahora tendremos que concurrir por separado, así que no es fácil saberlo. Sabíamos cómo hacer y no hacer todo juntos; pero ahora estaremos solos y seguramente muy solos, así que, probablemente, a mí, al menos, me entrará el miedo.
Podría aventurar intuiciones en la medida en que nos conocemos mucho (yo, incluso a mí mismo), pero desde luego no puedo hacerlo en nombre de Naty. Seguro que le irá bien, muy bien. Gestionará su vida brillantemente y yo me alegraré infinitamente porque se lo merece.
Mi caso es distinto, muy distinto, ya que, muy probablemente, lo que haga estará presidido por una cierta ansiedad e incompetencia, y eso será muy frustrante y malo. Por edad, ya debería saber vivir y hacer las cosas bien. Me parece que no es así.
A lo largo de la vida, en la multitud de ocasiones que he tenido noticia de parejas conocidas que se separaban, siempre he pensado que era una buena noticia, una excelente perspectiva para ellos, porque esa circunstancia les permitía y obligaba a comenzar de nuevo, a inaugurar otro tipo de vida y eso siempre, si no estás aterrorizado y todavía vives, es estimulante, un acicate que te obliga a mover el jodido culo que has engordado con tanta comodidad. Hasta puede ser una gran suerte para la vida que te quede por delante.
Cuando me separé de Carmen, hace treinta y siete años ahora, a pesar de que la quería (como ahora a Naty), salí al mundo como caballo desbocado a buscar experiencias, ilusionado, aunque un poco ansioso. Me conduje profusamente, y a veces con poco sentido común; pero, no obstante, saqué adelante mi vida durante seis años, solo (hasta que llegó Naty), sin ansiedades descontroladas, con promiscuidad, jolgorio y risas. Estuvo muy bien aquella etapa de mi vida.
Ahora es radicalmente diferente; ya soy tan solo un viejo sin perspectivas vitales interesantes. Tampoco el sexo y el amor me acompañarán, ya estoy inhabilitado para las dos cosas (no me creo el sexo en la senectud, debe ser bastante ridículo, patético más bien). Nunca me ha preocupado que pudiera perder aquello que me ha interesado tanto a lo largo de toda mi vida: los enamoramientos y el sexo; y ahora, de pronto y abruptamente, me encuentro que eso ha desaparecido para siempre, casi sin darme ni cuenta.
La clave de mi tiempo futuro radicará, me parece, en qué hacer con mi disponibilidad. Me pregunto si sabré llenarla de contenido más allá de los muros de mi casa o me quedaré refugiado en ella sin atreverme a salir a la calle a buscar ojos a los que mirar o en los que mirarme.
He sido siempre un defensor convencido de la vida en pareja con fidelidad (la fidelidad en la pareja es un atributo imprescindible, según me parece, sin ella. la pareja, debería llamarse de otro modo, es otra cosa). Siempre he pensado que no hay nada mejor para afrontar la vida, tan difícil siempre, que en equipo. La suma de uno más uno resulta imbatible. Soy consciente de que eso ya no me toca, ya no es tiempo de esas opciones, teóricamente posibles, prácticamente imposibles: encontrar a alguien que hable mí lenguaje (o que yo pudiera aprender el suyo) e interesarnos sobre las mismas cosas y al mismo tiempo. Intentarlo supondría tentar a la suerte sin comprar realmente ninguna participación para un último sorteo. Me temo que, a estas alturas, el intento de vivir algo así, solo me provocaría irritación, impaciencia y rechazo. Por otro lado, descarto la vida social en general, porque solo me interesa la mitad de la sociedad: las mujeres (los hombres me parecen, casi todos, unos irredentos majaderos).
Tan solo me quedará mi mundo cultural, intelectual, creativo, y en ese aspecto no tengo ningún temor: tengo tantas cosas por hacer que todavía no he hecho, que, aunque cien años dure, estaré ocupado.
Resumiendo: tendré disponibilidad en todos los sentidos, pero no se me ocurre nada inteligente que hacer con ella. Ya veremos…