EL MAPA DE LOS DÍAS
79. SÁBADO II (4 de septiembre de 2021)
Tres cincuenta y cinco de la madrugada.
Escribo deprisa, muy deprisa. Pero, a pesar del vértigo, sigo preguntándome sobre qué escribir. No me contesto, tan solo me Afano.
Me gobierna un piloto automático que hará que me estrelle contra un muro, impecable metáfora de mi impotencia, o, mejor dicho, de mi incompetencia. Ahora, precisamente ahora, tendré que esforzarme un poco más en sobrellevar con altura de miras la vida de viejo solitario recluido que llevaré de aquí en adelante (antes también). Averiguaré como se puede hacer tal cosa.
Ayer me preguntaba: -no sé qué era, acabo de olvidarlo en este preciso instante-
Soy consciente de que no estoy diciendo absolutamente nada y que debería estar en la cama durmiendo. Ni mi Charlie me ha seguido a la atalaya donde tengo instalados mis artilugios desde donde observo el mundo, es decir mi propia vida (no tengo otro mundo que el que acaba en el centro mismo de mi ombligo).
Hasta ayer mismo, daba igual a la hora que me levantara, Charlie lo hacía conmigo y se instalaba a mi lado. Hoy no. Algo está cambiando, algo no va bien, pero no sé exactamente qué es…
La Fotografía: Como la de ayer: muy, muy de artista. Hace años realizaba este tipo de fotografías porque tenía que cumplir con el itinerario preciso para hacerme artista. Entonces no sabía que el arte nunca nace de la férrea disciplina, sino de las entrañas y lo hace por nada, porque Sí y porque nadie puede impedir que la naturaleza se exprese enérgicamente a través del cuerpo y el alma de algunos elegidos por los Dioses del Arte. Lo demás son gilipolleces y mercado.