4 OCTUBRE 2021

© 2021 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2021
Localizacion
Palacio de Cristal (Madrid)
Soporte de imagen
-DIGITAL 640
Fecha de diario
2021-10-04
Referencia
1174

EL MAPA DE LOS DÍAS

85. Sábado I (18 de septiembre de 2021)
A las diez y veinticinco de la mañana, tomé un AVE hasta Madrid. No dispongo de coche ahora, está abierto en canal en el taller, por una decisión errónea de un tipo de Logroño al entrar o salir de una rotonda (no sé lo que pretendía), que por poco acaba conmigo. 
Llegué a Atocha a las once menos diez. Tenía toda la mañana para pasear antes de ir a ver una exposición de Rene Magritte, en el Museo Thyssen Bornemisza.
Primero me dirigí al Retiro. Mientras caminaba hice alguna fotografía, sin ninguna convicción, de los paseos y jardines atestados de animosas gentes que hacían todo tipo de ejercicios físicos:  Tai Chi, gimnasia, patinaje, remo en el lago y más actividades que ya ni me acuerdo, solo recuerdo vivamente que tanto voluntarismo civilizado y sudoroso me abrumaba. El exceso de lo conveniente que tantos crédulos practican me provoca incomprensión y malestar. También me aleja de ellos vivamente: nunca entenderé semejante gregarismo.
Mucha gente hormigueaba alrededor de la Feria del Libro, que se celebra en estos días. Una gran cola, de varios cientos de personas esperaban pacientemente para acceder (parecían estáticos, congelados, no se movían). No sé por qué de tan descomunal esfuerzo. Ni se me ocurrió pensar por un segundo sumarme a la disuasoria fila. No me interesan los libros en papel. Para qué, si existen los digitales: cómodos, luminosos, de tipografía variable y tamaños ajustables al gusto o necesidad, y, sobre todo, con la productiva posibilidad de interactuar en otros escenarios mientras lees, señalar párrafos, escribir notas y, por si fuera poco, tener toda una estimable biblioteca que pesa en menos de un kilo. No me explico tanta ineficiente nostalgia entre gentes inteligentes que se empeñan en apegarse a el pasado y augurar una larga vida al libro analógico (sé bien de lo que hablo porque yo he estado encadenado a la fotografía analógica más allá de lo razonable). Ese es un gesto que nada tiene de épico ni de conveniente, tan solo es idiota e innecesario.  Las ediciones en papel no se compadecen con el signo de los tiempos: son más caras, ineficientes y engorrosas, tanto para la lectura como por el espacio que ocupan.
Ahora estoy leyendo con gusto Los Vencejos, de Fernando Aramburu (espléndida y fascinante novela, plena de verosimilitud y brillantez). Yo no era mucho de Aramburu, de hecho, rechacé la muy célebre Patria, tanto en versión literaria como cinematográfica (estoy harto y asqueado de la subcultura que supuran los dichosos nacionalismos, de alma sectaria y asesina todos ellos); sin embargo, me lo estoy pasado fabulosamente con Los Vencejos (en edición digital, por supuesto). El protagonista y narrador se desprende de sus libros en papel dejándolos abandonados en parques, calles y plazas. Hasta en una librería de viejo de la cuesta Moyano deja uno. Me parece genial. Quizá yo haga lo mismo, aunque no sé, quizá esa idea me resulte muy cansada porque, tontamente, tengo demasiados libros…
La Fotografía: Palacio de Cristal, en el Retiro.

Pepe Fuentes ·