EL MAPA DE LOS DÍAS
89. Viernes (uno de octubre de 2021)
Hace tan solo unos días, Amazon, ha colocado en el mercado digital un dispositivo de lectura llamado Audible. Llevaba años esperando de la tecnología digital un recurso como este (no se trata de los audiolibros que había que comprar para acceder a oírlos; sino una suscripción por la que se puede acceder a una oferta que, aunque escasamente surtida por el momento, ofrece opciones suficientes). No obstante, a pesar de todo, me ha permitido escuchar en menos de una semana: Los enamoramientos y Corazón tan blanco, ambas novelas de Javier Marías, que no había leído. Dos obras asombrosas tanto por calidad literaria como por el tempo narrativo y manejo de las situaciones. Lástima que, de este autor, absolutamente esencial en nuestro horizonte literario en español, solo ofrezcan estos dos títulos.
Otras cosas: poco a poco, noto que mi expectativa vital va derivando hacia un sano (o no tanto), tranquilo y aséptico retiro. Creo que si estabilizo la carga puedo la travesía sin tormentosos desequilibrios. Sobre todo, porque el manto de distanciamiento que me va cubriendo, como nieve lenta y persistente, lo vivo con bastante naturalidad y bajo nivel reactivo. Si en mi nueva circunstancia de vida solitaria, fuera aceptado o buscado por otras personas hasta el punto de tener una cierta actividad que me distrajera un poco socialmente (como cuando fui joven), no me mantendría tan apartado del mundo y sus gentes, quiero pensar. Lo que parece que tengo claro es que no debo infligirme malos tratos de propia mano, porque no me lo merezco.
Hoy, por ejemplo, he salido a dar mi paseo a las siete de la mañana (plena noche); he vuelto a las nueve, he desayunado en paz y con gusto, sin atisbos de impaciencia o ansiedad, y luego he subido a mi torre de hierro (es curioso el material constructivo de mi refugio, de alto poder simbólico, más propio que el marfil, por cierto) a escribir esta entrada de diario. Luego haré otras cosas parecidas. Mañana me iré a darme una vuelta por el Paseo del Prado y al Museo, cómo no. Lo contaré (espero).
Todo parece ir bien, ahora. Mañana ya veremos, aunque espero que irá todavía mejor.
La Fotografía: Ah, como mi coche sigue despanzurrado en un taller cualquiera, a Madrid iré en el Tren de la Bruja.