21 OCTUBRE 2021

© 2013 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2013
Localizacion
Feria de arte Arco. Madrid (España)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD DELTA 3200
Copiado máximo en soporte baritado
3
Fecha de diario
2021-10-21
Referencia
6306

EL MAPA DE LOS DÍAS

92. Martes (12 de octubre de 2021)
Me he despertado a las tres y ya no me he vuelto a dormir. Me he levantado a las cuatro. Hoy es Fiesta Nacional, de la nación española, nada menos. Abocada a la consunción. Yo ya no entiendo de fiestas. Nunca lo he hecho, creo. Cuando trabajaba por cuenta ajena tan solo tenían un significado para mí: no trabajaba y eso era bueno, muy bueno. Luego, cuando mi empresa y el mundo me eximió de esa anómala y estúpida obligación, las fiestas ya perdieron absolutamente su sentido, salvo porque la que no tenía que trabajar era Naty, y eso me gustaba mucho porque pasábamos el día juntos o salíamos las vísperas por la noche, que también me encantaba. Ahora: ni trabajo, ni Naty, ni noches, ni fiestas, ni nada de nada. Menos mal que ya no me hacen falta esos hitos en el discurrir de los días.
Ya que he mencionado una circunstancia del territorio donde nací y donde he vivido siempre y en el que probablemente muera, casi seguro; diré que, a estas alturas, no me siento aludido y menos involucrado en el hecho de ser español. A lo largo del tiempo, en este diario, he venido defendiendo orgullosamente, eso sí, muy de tarde en tarde, el hecho de ser y pertenecer a la cultura española. El tiempo ha ido pasando y también hechos y graves avatares, y aunque cada vez con más distancia, no he podido evitar darme por enterado, y eso ha conformado en mí un estado de ánimo de absoluto desafecto e incluso de una cierta aversión hacia el hecho de ser español, al menos racionalmente, que me asusta un poco. No puedo sentirme perteneciente a un país que permite que su anterior rey fuera un corrupto con reflejos de pura delincuencia y se le exima de responsabilidades; que un gobierno actúe contra el propio país al que gobierna, y, por si fuera poco, de cobijo, mantenga y de trato de favor a sus enconados enemigos (independentistas, terroristas y demás ralea). Y, en el colmo de la infamia, contribuya al deterioro y destrucción de su lengua secular. No, no puedo sentirme integrante de un país así, sencillamente porque es vergonzoso e indigno. Siento un profundo asco ante ese hecho porque me parece propio de una sociedad podrida, inculta, inconsciente y carente de cualquier valor digno de ser tenido en consideración. Tristemente, es un país que se ha perdido el respeto a sí mismo.
Por mi parte, ahora ya solo quiero vivir en mi refugio de hierro con ventanales a la calle; eso sí, desierta y silenciosa. Menos mal. No quiero saber nada de calles repletas de gentes yendo y viniendo como sí no pasara nada. Encaramado en mi guarida estaré tranquilo y abrigado y así no hará falta que nadie llame a mi puerta.
Acabo de regresar de mi paseo diario (sin mi Chuchi), poco después de que haya salido el sol, porque salgo de noche, más que nada porque a esas horas no tengo que cruzarme con nadie.
En estos últimos días me hago acompañar por la voz que relata, muy bien, por cierto, la novela Un amor, de Alejandro Palomas; autor al que no conocía y que me tiene completamente subyugado con un entusiasmo lector, o más bien oidor, porque me está regalando un gozo constante y adictivo (creo que escucharé todas las novelas de este autor que hay en Audible con impaciencia y placer, seguro (no creo que me defraude). Un amor, es: intimista, entrañable, emocionante, también compleja y, sobre todo humana, muy humana; consigue que, a lo largo de hora y media de paseo, ría y llore casi sin solución de continuidad y el aburrimiento de caminar y caminar me resulte ligero y festivo. Es un auténtico prodigio para mí. Al fin y al cabo, muy por encima de las complejidades “artísticas”, lo que está por encima de cualquier consideración es que las obras de creación emocionen, lo demás es especulación teórica que apenas sirve para nada.
Mucho me temo que todo lo que acabo de escribir huele demasiado a contradicción. Apesta a eso. Pero bueno, que me puede importar si tengo la sensación de que, tanto una cosa como la otra son sentidas y sinceras, al menos mientras las he escrito. Soy un hombre de alto contraste, para lo bueno y lo malo. Dicho queda.
La Fotografía:  Nada de lo que informar que no esté dicho más arriba.

Pepe Fuentes ·