DIARIO ÍNTIMO (14)
Mi único hijo Gabriel cumple hoy cuarenta y seis años.
Felicidades, Gabriel, te sientan muy bien tantos años ya. Y lo hacen porque has trabajado duro y has conseguido logros difíciles: un trabajo en el que desarrollas todas tus potencialidades que son muchas; una capacidad de adaptación asombrosa en un país que no es el tuyo; una habilidad e inteligencia para superar metas y retos con una eficacia prodigiosa; una fuerza de voluntad y capacidad de trabajo que te ha llevado, primero a llegar lejos allí procediendo de la precariedad de aquí y de la fragilidad y escasez de recursos con la que empujábamos nosotros aquí, sudorosamente (abuelos y padres, de los que procedes).
Allí, ayudándote de tus valores (sin valores sobre los que construir, nada se hace, nada se logra) has conseguido, junto con Jackie, crear una familia y un espacio vital y de crecimiento para tus hijas sencillamente insuperable. Tanto Lucía como Emma, están creciendo con un altísimo nivel de rendimiento en todo lo que hacen: académica, deportiva y artísticamente. En estos tiempos de gran confusión, relatividad y alteración de valores entre padres e hijos, Jackie y tú habéis sabido crear una base sólida y fiable sobre el que están creciendo vuestras hijas. Les habéis inculcado, con el ejemplo y con vuestro esfuerzo la idea clave de que sin disciplina, trabajo y perseverancia no se consigue absolutamente nada. Parece fácil, pero no lo es, es tremendamente difícil. Lo digo yo, que a fin de cuentas soy tu padre, y que ni de lejos fui capaz de transmitirte los valores tan ejemplares y diáfanos que tú estás transmitiendo a tus hijas. Lo que me lleva a una conclusión muy sencilla: el mérito, es esencialmente vuestro (tú no llegaste allí con ninguna lección aprendida). El libro de vuestra familia lo escribís diariamente Jackie y tú, ambos; y el de tu vida, lo estás escribiendo tú, brillantemente.
Desde aquí, tan lejos, observo tu vida y tu forma de hacer, asombrado y orgulloso. Y feliz, sobre todo feliz y confiado en que todo seguirá saliendo a pedir de boca para ti y tu familia. Yo, por mi parte, haré lo que pueda aquí para no ensombrecer el panorama.
Terminaré ya, sobre todo porque estoy a punto de caer, si es que lo he hecho ya, en la cremosa autocomplacencia, con la que me siento tan incómodo; pero estoy escribiendo de ti y los tuyos y eso es causa de fuerza mayor.
Pásalo estupendamente hoy y siempre. Besos y un gran abrazo para ti.