DIARIO DE LA GANA y la DESGANA
12. Martes, veintiuno de diciembre de dos mil veintiuno.
Hoy toca Desgana:
Qué se puede decir cuando no hay nada que decir, pero no hay otro remedio que decir. No lo sé. Me temo que es el momento de inventarse algo, o imaginar lo que nunca se había imaginado antes, o declararse en rebeldía.
Yo, de un tiempo a estar parte, estoy así: Seco, más que un odioso esqueleto.
Quizá tendría que probar a poner en funcionamiento un decir automatizado y balbuciente, como si de una glosolalia en estado avanzando se tratara:
“Lenguaje ininteligible, compuesto por palabras inventadas y secuencias
rítmicas y repetitivas, propio del habla infantil, y también común
en estados de trance o en ciertos cuadros psicopatológicos”. RAE
Por cierto, y ya que lo menciona la academia, me gustaría mucho entrar en trance, experimentar lo que se pueda sentir en esa obnubilación fructífera y transcendente.
Y luego contarlo, claro. Lo que no se cuenta no existe: solo es olvido.
La Fotografía: Un esqueleto, con la representación de la distribución del riego sanguíneo, que se extiende por todo el cuerpo. Su buen funcionamiento nos permite ir tirando, al menos físicamente. El mío, por el momento funciona bien; otra cosa es el despliegue del sistema nervioso, que me parece que no está muy fino, sobre todo el de la cabeza.