Memoria de los días FELICES, INFELICES Y PLANOS 1
Tres de enero de dos mil veintidós
A modo de prólogo
En este capítulo y a partir de ahora (2022), solo escribiré sobre el estado de ánimo que me haya acompañado en determinados días (aleatoriamente o porque lo que me haya sucedido haya tenido alguna peculiaridad especial).
Me parece que puede ser una buena idea porque, hasta me permitirá hacer balances y estadísticas y, finalmente, emitir un diagnóstico certero y lo más exacto posible sobre mi decadente devenir.
Sospecho, que estoy perdiendo la cabeza.
La idea me parece un poco idiota, pero puede resultarme útil para movilizar un cierto sentido crítico conmigo mismo y no conformarme con vivir solo días planos.
Todo lo que me sirva para no entrar en modo -decadencia total- pues me vale (me jodería mucho ser tan solo un bulto polvoriento en un rincón). A cada cual lo que le sirva, que decía el gran Woody Allen en la película Si la cosa funciona (2009).
Un objetivo podría ser que los días felices doblen los infelices y al menos que representen más del diez por ciento de lo anodinos. Estos últimos son imbatibles, ni de lejos podrían sentir amenazada su abrumadora victoria sobre los felices e infelices. Ya veremos como sale este invento. A lo mejor entro en razón y aborto el propósito.
La Fotografía: La hice el martes pasado (28). Viene a demostrar que, en cualquier sitio, por pequeño que sea y si está abandonado mejor, siempre hay algún detalle que se te puede haber olvidado incorporar a tu memoria fotográfica. Es el caso, a este lugar he ido multitud de veces con la cámara y me había dejado esta fotografía que para mí es estimable.