DIARIO DE REVELADO
TREINTA Y CINCO, del dos de febrero de dos mil veintidós
“No hables de lo que escribes, porque si lo haces tocarás algo que no debes tocar, y eso se hará pedazos y no te quedará nada”. Ernest Hemingway
Esta cita es perfectamente aplicable a cualquier actividad creativa, incluida la fotografía, naturalmente. Refuta, de algún modo, el argumento sugerido en estos días de diario. No obstante, yo no estoy en eso y escribo y escribo sobre lo que hago y porqué. Si atiendo a Hemingway estaré en un error, pero me da igual, porque mi rollo es el de la incontinencia verbal. Sigo un rato más con la popular Instagram: como vengo diciendo, salvo algunas excepciones, se publican imágenes mudas, silenciosas. Hay un sinfín de teorías filosóficas y teóricas que argumentan que la obra se explica por sí misma, sin necesidad de ser contada. Luego, hasta aquí, todo está bien.
El grandísimo fotógrafo Paul Strand lo dijo alto y claro: “Creo que, en la mayoría de los casos, lo que el artista dice sobre lo que hará o sobre lo que ha hecho es una declaración inadecuada y poco significativa. La cosa es la obra misma, y en cierto sentido al artista no debe preguntársele sobre la filosofía de vida en la que basa su arte. Su obra es esa base. La obra es la cosa misma”.
Otro aspecto es que se utilice la fotografía como parte de una obra que se complemente con otra en un lenguaje distinto, al modo conceptual, y ambas formen un todo (lo que yo hago, con mejor o peor fortuna). Luego, los artistas mudos de Instagram están en el buen camino, o al menos no en uno erróneo, porque no es necesario que escriban sobre sus fotos. No obstante, y por encima de todo, está la absoluta libertad de cada uno para presentar sus cosas como mejor entiendan y no por eso, a priori, merecen descalificación alguna.
Otra cosa muy distinta es que Instagram es imposible que se sustraiga a los intereses propiamente humanos, al margen del interés de la cosa misma (por eso su definición: Red Social), que consiste, por ejemplo, en que si tu das 500 -me gusta- el gesto te es devuelto mediante 400 -me gusta- a lo tuyo, pongo por caso. Si tu no das ni un solo -me gusta- nadie te recompensa o devuelve ninguno, aunque tus fotografías sean las mejores y más interesantes del mundo. Tiene gracia, -a qué sí-.
Luego, los seguidores y los -me gusta- no obedecen a otro valor que no sea el puro trasiego de intereses, consideraciones, intercambios y cortesías, al margen de la calidad e interés de lo que en la Red aparece. Pero bueno, todo está bien así porque entretiene mucho
La Fotografía: De la serie -monitores- que es conceptual y, para llevar la contraria, o para atenerme al principio de que las obras se explican por sí mismas, no aporto ni una sola palabra. Esta serie y esta fotografía son mudas.