27 FEBRERO 2022

© 2016 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2016
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD DELTA 3200
Fecha de diario
2022-02-27
Referencia
9858

DIGRESIÓN UNA. Una historia ridícula, de Luis Landero (2022). Tusquets (2022). Versión de Audible.
No creo pecar de orgullo, como demostraré a lo largo de mi exposición, si comienzo diciendo que soy un hombre con ciertas cualidades. Quizá no resulte especialmente apuesto y llamativo, pero si educado, discreto, concienzudo, culto y buen conversador. Todos cuantos me conocen saben, o deberían saber, de mi honradez y rectitud. En otros tiempos tuve un buen puesto de trabajo y un piso en propiedad. ¿Mi visión del mundo y de la vida? Trágica y trascendente. ¿Mi historia? de amor, de odio, de venganzas, de burlas y de ofensas. Me llamó Marcial Pérez Armel, resido en Madrid, y tengo en muy alta estima el viejo concepto del honor…”.
Este es el poderoso comienzo de esta cervantina y también poderosa novela. Narrada en primera persona, Marcial se dirige al lector para contarle, cruda y descarnadamente la historia de su vida. Marcial es honesto en el análisis e interpretación de su desdicha, del papel de perdedor irredento que le conduce irremediablemente a conjugar todas las formas de odio imaginables. A veces, los matices y las actitudes desesperadas que adopta son desoladoramente tristes, pero, para mí, comprensibles, porque yo también soy un perdedor sin solución posible. Es fácil, salvo por su vertiente odiadora, acordarse de Don Quijote, soñando su heroísmo caballeresco, inspirado en su idealizada Dulcinea, escuchando a Marcial y sus ínfulas artísticas (escritor y filósofo se autodefine), también soñando a su Pepita. Mi experiencia lectora con esta obra ha sido más que gozosa, porque también me ha entristecido por sus matices de penoso patetismo (yo también soy ridículo con mis cosas). Al margen de la pura experiencia literaria, pero conectada íntimamente con ella, con esta obra, he escuchado una lamentable entrevista a Luis Landero, por parte de Laura Barrachina, profesional de la información cultural muy admirada por mí. Sin embargo, Laura, cuando se refería a Marcial, no podía evitar reírse y burlarse de él inconteniblemente, como si de un ser patéticamente inferior se tratara, un pobre idiota que solo merecía mofa, y lo hacía desde una supuesta superioridad moral, y cultural, cómo no (qué risa). Lamentable porque obviaba que ella, también, es un ser frágil y desvalido, potencialmente y por definición; y como el propio Marcial, depende en gran medida de los vaivenes de la vida. Tan solo, la diferencia, puede radicar en las experiencias y circunstancias vitales que cada uno lleva a cuestas. También la inteligencia (o su falta) que a cada uno le toca, inadvertidamente, al nacer, y sobre lo que nada podrá hacer el resto de los días que dure su vida. Pero, la lamentable actuación de la Barrachina no fue nada comparada con la del autor, Landero, que también se mofaba de su criatura (ja, ja, ja, se reían ambos a dúo refiriéndose a Marcial). Mostró cero empatía hacia su propia creación, quizá y eso sería más estúpido todavía, por seguir la corriente a la Barrachina, tan burlona ella. Sería algo así como si Cervantes si riera de su Alonso Quijano. Ese supuesto sería tan inverosímil como imposible, dado que entre Cervantes y ciertos escritores no hay relación posible.
PS: no hay que llamarse a engaño por este último enfadado comentario, porque a mí, Landero, me gusta e interesa mucho, al margen de entrevistas desafortunadas.
Ni que decir tiene, que yo sentí empatía por Marcial Pérez Armel leyendo la novela (de mí, como le pasaba a Marcial, también se burlaban alguno de mis profesores e incluso me pegaban, mucho).

Pepe Fuentes ·