2 ABRIL 2022

© 1981 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
1981
Localizacion
Santa María de Melque (Toledo, España)
Soporte de copias
ILFOBROM GALERY FB
Viraje
SELENIO
Tamaño
24 x 36,5 cm
Copiado máximo en soporte baritado
2
Copias disponibles
1
Año de copiado
1981
Fecha de diario
2022-04-02
Referencia
1778

DIARIO ÍNTIMO 22
Diecisiete de marzo de dos mil veintidós

EL QUINCE de marzo dije en este diario que el diecisiete, jueves, me encontraría con mi amigo Luis. Nos veríamos para contarnos todo lo que nos habíamos dejado en el tintero en una llamada telefónica que cruzamos el doce, día que cumplió sesenta y siete años. Eso hicimos.
Quedamos a los ocho en una vieja cafetería (remozada), que tiene cincuenta años. La recuerdo muy bien; entonces yo tenía dieciocho años, y con mi novia de entonces, Carmen (terminamos casándonos y luego, claro, separándonos), los domingos por la tarde, después de la sesión doble de cine (de cuatro a siete), íbamos a esa cafetería, nos sentábamos en unos reservados con luz tenue y absoluta discreción en la disposición del mobiliario (sillones de respaldos altos que nos protegían de las miradas de las otras parejas, a besarnos y tocarnos un poco, castamente. Era una zona pensada para novios de aquella remota, mojigata y represiva época.
El encuentro con mi amigo fue muy afectuoso; nos sentamos en una mesa y comenzamos a contarnos como estaba siendo nuestra vida ahora: su trabajo, al que dedica con ganas toda su energía; el muy sabio modo de afrontarlo ya que trabaja con la materia más sensible imaginable: el estado de ánimo de pacientes de algún modo dañados, gentes a las que les está fallando su equilibrio y ganas de vivir. También hablamos de su familia, tanto la propia (mujer e hijos); como la de sus hermanos. Ha obtenido un año más de prórroga antes de jubilarse y eso le satisface mucho, ya que para él su actividad es una pasión. También hablamos de las veleidades del amor, del deseo, de la importancia de mantener una dirección en la vida y articularla en torno a proyectos y fines, no solo tangibles, si no, sobre todo, el que estos estén alentados por sueños, generalmente, en nuestro caso de autorrealización y crecimiento personal. Sí, de todo eso hablamos, y aunque todo parezca muy trascendente (la vida lo es), el tono de nuestra conversación fue risueño, distendido y sumamente placentero. Estábamos en comunión afectiva porque para nosotros, esta conversación era del tenor de las que manteníamos encantados hace cuarenta años hasta la madrugada. Gracias a la voluntad de vernos pudimos establecer un salto en el tiempo que se me antojaba mágico, prodigioso.
Así se lo pregunté a Luis ¿tú crees que a lo largo de todos estos años en los que no nos hemos visto, ahora podríamos afirmar, sin demasiada sombra de duda, que hemos sabido tomar decisiones adecuadas y vivir nuestras vidas a partir de lo que anhelábamos delante de una copa de mal coñac hace cuarenta años? Creo que no me contestó y yo, espantado por mi pregunta, hecha al calor del reencuentro y del buen whisky que nos estábamos tomando, preferí diluirla porque intuí que esa pregunta no tenía respuesta, o si nos la hubiéramos contestado habría sido mera retórica, especulación sin ningún viso de veracidad. Sencillamente, es imposible contestar a algo así, ya que sería conceder objetividad y racionalidad a lo que tan solo, seguramente, ha sido puro azar y suerte (buena o mala). Las decisiones que vamos tomando son casi siempre impulsos dirigidos desde la emoción y las circunstancias del momento, y podrían haber sido otras, mejores o infinitamente peores. Todo, probablemente, consista en poder mirar atrás sin demasiada amargura y, afortunadamente, ni mi amigo Luis ni yo lo hacíamos.
Después de la cafetería antigua, no fuimos a un bar de copas tranquilo y también antiguo de la ciudad (La venta del alma), un curioso nombre para una noche en la que nos dedicamos a desnudar un poco la nuestra. Irredentos sentimentales.
Allí estuvimos hasta las doce. Pasamos cuatro horas juntos y nos prometimos volvernos a ver pronto.
La Fotografía:  He buscado en mi fototeca imágenes de los ochenta, en la que nos frecuentamos asiduamente y no he encontrado ninguna que no esté ya publicada. Probablemente, si revisara las carpetas de negativos algo encontraría, pero no me he sentido con ganas de hacerlo, máxime, además, porque tendría que escanear. Demasiado tiempo para el poco que tengo. He recurrido a una composición de aquella época que, aunque el fotografiado no es Luis, podría haberlo sido perfectamente. Era mi rollo de entonces.

Pepe Fuentes ·